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Analistas 14/05/2019

Importemos café

Guillermo Trujillo Estrada
Analista cafetero
Guillermo Trujillo

Importar café es indispensable para la industria nacional, tanto para el consumo interno como para la exportación; por eso parece absurda la decisión del ICA de establecer una medida fitosanitaria de obstáculo al comercio, que más suena a para arancelaria, que carece de fundamento y que ya obtuvo un fallo adverso de la Comunidad Andina de Naciones CAN, hace más de una década, cuando fue adoptada. Colombia exporta el café entre 10% y 12 % de humedad -como en todo el mundo-, por lo que no tiene sentido exigir que el café que entra al país contenga máximo 9%.

El riesgo que asumimos con una decisión así es la retaliación de Perú y Ecuador, similar a la que padecieron los exportadores colombianos cuando se pretendió impedir la entrada del arroz. En este caso, aún más desafiante, por cuanto ya fue fallado por las autoridades andinas.

La medida será un incentivo automático al contrabando, que es muy fácil de hacer con café. Al menos hasta ahora entraba todo sin obstáculos, de forma legal, y se podía hacer seguimiento. Resulta aún más inexplicable cuando el comité nacional autorizó exportar todas las calidades del café colombiano, lo que aumentó el precio de las pasillas y benefició a todos los cafeteros.

La primera perjudicada será la fábrica del Fondo Nacional del Café que utiliza café de inferior calidad para operar. Así mismo la industria privada lo requiere para sus mezclas, en razón a que los consumidores están acostumbrados a un perfil de taza que no se puede obtener con solo café colombiano. No olvidemos que las papilas gustativas son de gran recordación, por lo que cambiar gustos es bien difícil. Así mismo, si solo se consumiera café suave colombiano, tendríamos que pagar el doble y el triple por libra, lo que no está al alcance de la mayoría de los compradores.

Gracias a que Colombia ha mejorado radicalmente las calidades, no tenemos disponibilidad de pasillas e inferiores, que provenían de cultivos en pisos térmicos bajos, de donde se han erradicado miles de hectáreas. Por lo tanto, es urgente modificar la medida mientras la tumba nuevamente el tribunal andino, para que al menos la industria torrefactora pueda importar solo para su uso, garantizando que ese café no ingrese al mercado nacional.

Esta disposición se expide -sospechosamente cinco días antes de votar el plan de desarrollo-, a juicio de muchos, para complacer a los miembros de la comisión accidental del Congreso para el tema cafetero, que propuso como primer punto “una barrera sanitaria a la importación de café”.

Firmaron los senadores del Centro Democrático, Álvaro Uribe, Ernesto Macías, Alejandro Corrales y Carlos Felipe Mejía, quienes terminan alineados con Dignidad Cafetera, que desde 2013 ha pedido prohibir la importación de café. Ahora los suscritores hacen campaña política ofreciendo en los municipios cafeteros esta medida como salvadora. Sin embargo, ignoran absolutamente que lo que alivia el bolsillo del productor es precisamente que el café suave colombiano se exporte al doble de precio del importado, mientras la industria puede garantizar al mercado nacional una mezcla que satisface su paladar y al mismo tiempo su bolsillo. No entienden que crecer el consumo es imposible al doble de precio, a no ser que pretendan que sea el pobre caficultor quien subsidie a los consumidores.

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