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Analistas 18/06/2013

El seguro de cosecha

Guillermo Trujillo Estrada
Analista cafetero
Guillermo Trujillo
La República Más
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El infortunado invierno del año 2010 llevó al Gobierno Nacional a declarar la emergencia económica y a crear a Colombia Humanitaria, que tanto bien le ha hecho al país.

 
El Ministro de Agricultura, Juan Camilo Restrepo, anunció entonces la creación del seguro de cosecha y la autorización para que compañías extranjeras entraran al mercado colombiano. El decreto se cayó en la Corte Constitucional y, además, el producto no existía en el mercado y muy pocas compañías tenían aprobado un ramo de seguro agropecuario. Por lo tanto fue un anuncio sin estudiar el tema, con discursos para la galería, con el fin de crear ilusiones a los cafeteros. 
 
En 2011 fue más atrevida la decisión del Ministro al llevar a consideración de la comisión de crédito agropecuario la decisión de no otorgar créditos de Finagro a quien no presentara el seguro. Ante tan absurda disposición de la comisión, se vieron obligados a aplazarla hasta el 30 de junio de 2012 y finalmente derogarla por la imposibilidad de conseguir el seguro. De no adoptarse esta decisión, se hubiera paralizado el crédito agropecuario gracias a este capricho del entonces Ministro.
 
Mientras tanto, continuaba haciendo anuncios por todo el país sobre el seguro de cosecha e inculpando a la Federación Nacional de Cafeteros porque le faltaba gestión para conseguir cubrir este riesgo. Dado que escogió el café como modelo para implementar el programa, que subsidiaba el Estado con el 60% de la prima, pero desconociendo inexplicablemente la posibilidad técnica de su implementación, a pesar de haber estado vinculado al café por más de 40 años.
 
En la realidad resulta que un asegurador inspecciona el riesgo antes de emitir la póliza y en caso de siniestro, envía un ajustador a verificar el daño antes de pagar. ¿Se imaginará el lector lo que significan 6.000 árboles por hectárea y 1.500 granos que cada árbol produce en una buena cosecha, para inspeccionar así sea de manera aleatoria, cuando la producción de cada finca es diferente según la edad del árbol, la radiación solar, las lluvias y la evapotranspiración del suelo y la fertilización?
 
Pero ni hablar de lo que significa el reporte de un siniestro de un producto que va madurando por semanas y que nadie puede garantizar que lo reportado como faltante ya fue recolectado. El riesgo moral es incalculable y las compañías de seguros serias no se le miden a este tipo de negocios.
 
Sin embargo, el Ministro logró montar un piloto con una compañía, que anunció con bombos y platillos en Finlandia y con boletines del ministerio, demostrando que sí se podía. Por fortuna era únicamente un piloto, porque fue un problema para la aseguradora que comprobó la imposibilidad técnica de darle gusto al Ministro de Agricultura, por todos los detalles mencionados anteriormente. 
 
Continuó inculpando a la Federación por no obtener el seguro de cosecha. Se consiguió en el mercado únicamente un seguro de daños por efecto del clima, que cubre riesgos tan improbables en los cultivos de café como erupción volcánica, granizada, anegación y deslizamientos. 
 
No se justifica destinar recursos de la Nación y del Fondo Nacional del Café solo por sacar algún seguro, aún de riesgos poco probables, simplemente por defender un propósito cuando hay tantas otras necesidades cafeteras a las que se pueden aplicar esos recursos. 
 
El café es un árbol muy noble. Le encanta el verano y produce las mejores cosechas cuando se presenta. Las tierras no se inundan, los pequeños derrumbes que solo afectan 300 ó 400 árboles, son muy poco frecuentes, dado que los caficultores cuidan el suelo y las cuencas con esmero, como parte de su cultura cafetera.  Riesgos como la roya o fenómenos que se presenten atribuibles a las prácticas culturales del agricultor, no son reconocidos como un siniestro puesto que no constituyen un hecho eventual y fortuito, que es lo que aseguran las compañías.
 
Finalmente, Finagro contrató un corredor de seguros para que lo asesorara en obtener un amparo que, esperamos no termine en expedir una póliza que se gaste los recursos del seguro agropecuario, sin solucionar nada diferente a darle gusto a la pretensión del Ministro que pregonó durante tres años por todo Colombia, desconociendo si era viable y necesario. 

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