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Analistas 14/06/2016

El gerente de los cafeteros y el Senado

Guillermo Trujillo Estrada
Analista cafetero
Guillermo Trujillo
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En días pasados se celebró en el Congreso de la República un debate sobre la situación del café, liderado por los senadores del Centro Democrático y el Polo Democrático, que siempre están unidos en la oposición, pero que por fortuna nunca ganan una votación. Desde luego, fue un debate populista, aupado en buena parte por el Comité de Cafeteros de Caldas, cuyo representante siempre está en la oposición. Ese es el régimen federal que cada día se hace más evidente, en contravía de la unidad del gremio.

En una cátedra magistral, el gerente de la Federación, Roberto Vélez, les demostró a los voceros de los grandes cafeteros cómo el problema de la rentabilidad puede hacer inviable la caficultura empresarial. 

Desafortunadamente, no fue abordada la situación de los pequeños cafeteros, que representan 99% de los productores y 90% del área cultivada. Los senadores que citaron el debate no hicieron énfasis en esos productores, de la misma manera que el Comité de Caldas, que inspiró el debate, siempre divide a los cafeteros entre grandes y el resto. Por lo general, para una visita del gerente primero debe reunirse con la élite de los 250 grandes productores, y después con los miembros de los comités municipales - a propósito - elegidos democráticamente por voto directo.

Señaló el senador Robledo que los cafés especiales no son solución, desde luego, por cuanto se hace muy difícil obtenerlos para los grandes productores, y Vélez demostró que son aquellos que obtienen un centavo o más en la bolsa, que desde luego sí le sirve a un campesino. Aspira a consolidar a Colombia como líder en esa categoría.

En otro aparte de la presentación, demostró las dificultades de un nuevo precio de sustentación por la vía de un fondo estabilización, pero que vendiendo contratos para entrega futura - hoy a $880.000 por carga - es una solución que según él, quien no sea capaz de producir café a ese precio debe salir del negocio.

Señaló que, a pesar de que aumentamos productividad de 11 a 17 sacos por hectárea, aún estamos lejos del Brasil con 50 sacos. Los cafetales de Brasil mecanizados, sembrados con GPS para poder manejar las máquinas en cosecha, con riego por goteo producen hasta 100 sacos, en fincas de 5.000 hectáreas. Por lo tanto, esa no es nuestra realidad, pero abre una rendija para 200.000 hectáreas con pendientes menores a 30% que pueden ser mecanizadas. Claro - agrego yo - que constituyen un pequeño porcentaje de cada finca, están totalmente dispersas y hay que tumbar el cultivo para hace un nuevo trazado.

Señaló que la mano de obra es la amenaza gigantesca, actual y futura, en mi concepto, solo de la caficultura empresarial; mencionó cómo se ha desplazado a la ciudad por los malos salarios y la inseguridad. Así mismo, que la población trashumante se acabó, que los trabajadores del Cauca y Nariño, que antes venían a Caldas a recolectar, ahora son propietarios y atienden su cafetal. La eficiencia de la mano de obra se expuso también como una amenaza, y el consuelo de cómo viven situación similar los centroamericanos por el envejecimiento de los trabajadores del café.

Resaltó que los progenies para semilla que concentre la cosecha ya se están obteniendo por Cenicafé - como solución, en mi concepto, para los grandes cafeteros - por cuanto para los pequeños están la variedad Colombia y ahora la Castillo, semilla que produce café todo el año, ideal para el campesino que trabaja la tierra, y no tiene concentración de cosecha que lo obligue a contratar mano de obra extraordinaria, para unas pocas semanas.
 

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