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Analistas 10/09/2019

El año del centenario

Guillermo Trujillo Estrada
Analista cafetero
Guillermo Trujillo

La reflexión sobre la caficultura nos hace pensar permanentemente sobre el estado de las cosas. Para escribir esta columna, que cumple siete años de análisis ininterrumpido de los temas cafeteros, la llegada de 2027 es una buena excusa para pensar en el futuro.

Veinte años, que es la duración de un árbol de café y frente a la actual tecnología, se convierten en un largo período; los cambios son tan veloces, que he escogido el centenario de la Federación Nacional de Cafeteros para proyectar, lo que creo puede suceder en los próximos ocho años.

En primer lugar, el número de cafeteros seguirá creciendo, en pequeñas parcelas, con trabajo familiar, dedicados a café especial, en cualquiera de las expresiones que tiene este tipo de café que, para más fácil comprensión, es todo el café que se logra vender por encima del precio estándar de la bolsa; la única salida es dejar de ser commodities, agregando un valor, que el consumidor perciba y esté dispuesto a pagar más por él.

Los llamados medianos cafeteros desaparecerán por la imposibilidad de conseguir mano de obra y pagar a trabajadores formales, según la legislación colombiana. Aún con dólar a $3.400 en un mercado mundial equilibrado en 170 millones de sacos, no podrán subsistir. Los competidores como Brasil y Vietnam, que representan más de 50 % del mercado mundial logran, con innovación y tecnológica que el actual precio sea suficiente para ganar dinero y seguir creciendo.

Seguramente las grandes fincas, que no son más de 1.000, se convertirán a otros productos, así como en parcelas de recreo, casos de éxito como ha sucedido en el Quindío y en el suroeste cercano de Antioquia.

Los innumerables exportadores de café especial, se encargarán de vender en poca cantidad a pequeños y medianos negocios en el mundo, amantes del buen café y dispuestos a pagar un precio más alto, pero asegurándose que llegue al productor.

Veremos a los pequeños productores inmersos en la tecnología a través de dispositivos electrónicos que les permitirá garantizar la trazabilidad del café, desde la finca hasta el comprador, en cualquier lugar del mundo.

Continuará expandiéndose el fenómeno de café vendido en pequeñas cantidades, con nuevas marcas, educando el paladar del consumidor nacional, pero sin representar un gran volumen; hasta el más humilde cafetero podrá utilizar modernas tecnologías para el manejo de su cultivo y comercialización, interactuando con técnicos y clientes.

Los teléfonos inteligentes y las tabletas continuarán conectándolos desde sus parcelas, con alertas tempranas para adelantar oportunamente las prácticas culturales, así mismo reportar y recibir instrucción sobre el manejo de plagas, enfermedades y malezas.

El manejo del cultivo frente al clima, la radiación solar, y la toma de decisiones que se pueden adoptar a partir de la información obtenida por satélite, permitirán las aplicaciones más adecuadas. Así mismo, la agricultura de precisión, podrá cambiar los métodos de fertilización con menores costos y mayor productividad. El esquema de extensión agrícola no requerirá sus 1.500 técnicos.

Produciremos más de 20 millones de sacos, con un enorme aumento de la productividad y un ingreso suficiente para que los pequeños productores cada día sean más.

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