A raíz de la crisis que hoy están atravesando las instituciones cafeteras y la dirigencia, se requiere una afirmación ante los actores internos y externos, dado que cada día los órganos de decisión del país y la opinión pública opinan adversamente sobre el devenir de la actividad cafetera.
En primer lugar, el país debe recordar que es una organización democrática y participativa como no existe otra en Colombia, de un sector campesino que ocupa la geografía nacional y con tradición histórica de pequeños productores. Es lo que precisamente internacional y nacionalmente le ha otorgado el carácter de pilar básico de las institucionalidad democrática colombiana.
La forma de elección de los órganos de dirección es una de las fuentes de legitimidad que le permite llevar la vocería de los cafeteros y le genera el respeto de los organismos con los que permanentemente ejecuta programas de beneficio para los cultivadores y sus familias.
Vale la pena explicar que en los municipios con más de 400 cultivadores con cédula, hay comité municipal. Lo conforman seis miembros principales y seis suplentes en 356 municipios. En las últimas elecciones se presentaron 14.000 candidatos para elegir 4.248 miembros, registrando una renovación de 53% y reeligiendo 47%. Todos son productores, que viven y trabajan su parcela, y además ejercen liderazgo en la vereda para buscar el mejoramiento de las condiciones de vida de sus vecinos y colegas.
A su vez son 15 comites departamentales, igualmente conformados por 6 principales y 6 suplentes, en total 90 renglones y 180 miembros. En las últimas elecciones aspiraron 244 candidatos y de los 180 elegidos, se renovó el 31%. Los 90 principales al mismo tiempo son los delegados al congreso cafetero, máximo organismo del gremio cafetero.
En las elecciones de 2010 la participación electoral fue de 65%, superior a la de los proceso electorales de los cuerpos colegiados en el país. Hoy hay más de 400.000 cédulados.
Al mismo tiempo los delegados al congreso eligen el comité directivo, conformado por representantes de 15 departamentos, que administra la Federacion y por contrato con el gobierno, en el seno del comité nacional de cafeteros, con la participación de los ministros de estado, el Fondo Nacional del Café, órgano que ejecuta la política pública para el café. Para lo que la jurisprudencia exige legitimidad democrática en la elección de los órganos de dirección, que la federación ha demostrado cumplir a cabalidad.
Por lo tanto quienes hoy argumentan que este no es una entidad democrática están equivocados. Su representatividad le otorga autoridad y la participación en reuniones semanales de sus miembros para todas las decisiones, garantiza que se adoptan con el conocimiento de todos.
Al mismo tiempo, los principales contradictores dentro del propio gremio generalmente se abstienen de participar en los procesos electorales, por cuanto estaban acostumbrados a que en décadas anteriores, como reflejó del país, era una institución en la que imperaba la democracia representativa, pero hoy deben entender que sólo participando y consiguiendo el voto de los cafeteros pueden ser sus voceros.
Al mismo tiempo los congresistas deben aceptar que el diálogo permanente debe ser con el gobierno y el gremio y que apoyar opciones diferentes, es como si el gobierno pretendiera aprobar las leyes con un congreso paralelo. Desde luego como voceros del pueblo canalizan las insatisfacciones de las comunidades, y en este caso con razón, han planteado que se abra un dialogo amplio entre los cafeteros de todas las corrientes para construir, con la ayuda del gobierno y del congreso soluciones a la problemática cafetera.
Estos líderes que representan diferentes formas de ver la problemática y sus soluciones, deben prepararse para participar en las próximas elecciones cafeteras, conseguir escaños de manera democrática y así lograr que en los órganos de representación cafetera se congreguen todas las corrientes. Como lo afirma Humberto de la Calle en la Habana “si quieren cambiar el modelo de sociedad deben ganar las elecciones”