De los cafeteros para los delegados

Esta semana se reúne el congreso cafetero y, los que observamos el devenir de la actividad, siempre tendremos inquietudes que se pueden pasar por alto, o no resultar prioritarias por parte de la administración.

El congreso debe recibir de primera mano un informe sobre el contrato de Procafecol con Green Coffee Company, empresa a la que se le otorgó el manejo exclusivo de la venta de café con la marca Juan Valdez en los EE.UU. Revisar si, descontado lo que ya vendía Procafecol, las metas en cantidades y valor pactadas se están cumpliendo, teniendo en cuenta la ambición de lograr la más alta participación en el mercado del café colombiano en muy pocos años, para una empresa sin ninguna trayectoria en el negocio, que se comprometió a realizar esfuerzos en capital y a buscar grandes aliados con conocimiento.

También deben conocer los delegados los resultados de la alianza con la marca de la actriz Sofía Vergara -que se dice es más fuerte para ingresar a supermercados en Norteamérica- y según se informó tiene un acuerdo con la Federación de Cafeteros y 100 % Café de Colombia.

De la misma manera los cafeteros reunidos deben evaluar la apuesta de negocios para ingresar con cien tiendas al mercado español, un negocio de Procafecol con un destacado empresario colombiano, embarcado ahora en este titánico esfuerzo.

Todas son aventuras empresariales que requieren evaluación y seguimiento por parte de los delegados, principalmente porque están en juego las marcas construidas por décadas.

Los cafeteros deben evaluar -con mucha seriedad- el anuncio del señor gerente, de entregar el año entrante una variedad denominada Umbral, para ser cultivada en pisos térmicos bajos, según la prensa hasta 900 m.s.n.m.

No parece procedente, ni aceptable por los 550.000 productores, que durante 98 años han construido una institución y una caficultura de piso térmico considerado óptimo, entre 1200 y 1800 metros, origen del café suave colombiano, y que ahora la administración resuelva que con sus recursos se va a impulsar el cultivo en una zona en la que no tienen predios, generalmente costosa y de grandes propiedades.

Con todo derecho empresarios pueden adelantar ese emprendimiento, ojalá con mucho éxito, pero con sus propios recursos, no con el que esta destinado a defender la economía familiar del café.

Lo que seguramente los delegados deben pedir es el apoyo de su gremio, al que aportan la contribución, para aumentar la productividad, que es muy baja. Con aumentarla de 18 a 25 sacos por hectárea año, Colombia alcanzaría una producción de 20 millones de sacos. Con la misma tierra se aumentaría casi el 50% el ingreso cafetero.

Cada cultivador de café cuenta con las dos variables fundamentales: la tierra y la mano de obra; sólo se necesita que el gremio lo apoye para aumentar la densidad de arboles por hectárea y unas buenas practicas culturales para aumentar la producción, su ingreso y el bienestar de su familia.

No hay que inventar nada, ni trasladar la caficultura a otro piso térmico. La Federación lo hizo en 1976 cuando introdujo el Caturra; sembró toda el área cafetera y aumentó de ocho a 12 millones de sacos para 1982.

También en 1987 después de la roya, introdujo la variedad Colombia y llevó la producción a 16 millones de sacos en 1992, la más alta de la historia. En el 2008 con variedad Castillo, se inició la renovación de cafetales envejecidos, y se pasó de ocho a 14 millones de sacos en 2014.

Por lo tanto, con la misma tierra y los mismos campesinos cafeteros, en 50 años se ha renovado tres veces el parque cafetero sin necesidad de trasladarlo para ninguna parte.