MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
Colombia es un país complejo y los colombianos lo somos más, a tal punto que ni siquiera para la paz nos podemos poner de acuerdo. Vivimos de la polarización y en eso nos representan los diferentes líderes de opinión política, que se están enfrentando en la campaña para convencer al electorado de votar por el SÍ o el NO a la pregunta que se presentará en el plebiscito. Por un lado dos expresidentes, Álvaro Uribe y Andrés Pastrana, y por el otro, el expresidente César Gaviria y la Unidad Nacional.
Ninguno de los líderes en ambos extremos me representa. En la esquina del NO, el frustrado y pataletudo Andrés Pastrana quien, al no ser quien logró un acuerdo con las Farc, busca generar polémica como diva decadente, al esgrimir una posición contraria a la que abanderó en su gobierno. Postura que hizo que se tuviera que tomar la foto en solitario, porque lo dejaron vestido y alborotado. En eso es especialista: en poner el palo en la rueda. Resulta difícil de creer que quien, durante su mandato, trató hasta último minuto con “todas sus fuerzas” lograr avances en las negociaciones con las Farc sea hoy uno de los más grandes desinformadores y opositores irracionales que tiene el país en el proceso de negociación con las Farc.
En la misma esquina, el expresidente Álvaro Uribe, a quien debo reconocer que ayudó con su lucha de la “seguridad democrática” a generar el escenario en el que hoy se puede dialogar con las Farc, pero también que se ha equivocado mucho en la campaña en oposición al acuerdo definitivo con esta guerrilla y ha aprovechado su aceptación para generar un clima de polarización, pues fue invitado participar activamente en los diálogos y decidió oponerse. La anterior es una posición que me parece bastante cuestionable y por demás, reprochable de un expresidente que también hizo un proceso de desarme con las autodefensas, sin importar lo imperfecto del mismo.
En la otra esquina, en la del SÍ, César Gaviria. También expresidente, exsecretario General de la OEA y hoy, jefe de campaña de su hijo Simón Gaviria, perdón, del SÍ. El Presidente Santos no ha podido elegir peor quién encabece la campaña del Gobierno pues Gaviria ya está comprometido con su hijo en “formación” para ser futuro presidente; sí, aunque suene utópico esos son los planes de su padre y por eso lo hizo nombrar como director del DNP. Si sigue así, la campaña de Gaviria va a fracasar, por representar intereses particulares y no atender los supranacionales, como la búsqueda de la paz y tranquilidad de todos los colombianos. Sin embargo, considero que luego de 52 años de conflicto el hecho de hacer campaña para intentar una fórmula diferente, para encontrar el camino que nos lleve a terminar tantos años de guerra, sangre y muerte no debería si quiera ser necesario, pero “it´s Colombia, not Columbia”.
Lo problemático entonces es que en ambas esquinas encontramos de todo, menos interés por el país. Unos, por un lado, quieren perpetuar un estado de indefensión ante el conflicto y buscan cómo ser la piedra en el zapato en algo que no pudieron hacer ellos -ni con el diálogo del Caguán, ni con la seguridad democrática- para poder seguir siendo la interferencia en el camino de búsqueda de la paz. Por el otro lado, Juan Manuel Santos: eso lo dice todo. No estoy de acuerdo con gran parte de su política de gobierno, con su capacidad para darle la espalda a quienes lo apoyaron y para rematar, con que haya nombrado a César Gaviria como director de la campaña.
No obstante, para mí es más importante, y está por encima de la animadversión que tengo por el actual presidente, buscar que evolucionemos como país y le brindemos oportunidad a quienes no la han tenido, de vivir diferente, sin el ruido de los cilindros bomba: ellos son los que merecen nuestro apoyo. Pensar en oponerse, desinformar, tergiversar los acuerdos con las Farc que le ponen fin a un conflicto de medio siglo es justificar por qué somos un chiste para la comunidad internacional.