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Analistas 26/01/2023

Como el cangrejo

Guillermo Cáez Gómez
Socio Deloitte Legal
GUILLERMO CAEZ

Hace pocos días fue anunciado por la ministra del Trabajo, Gloria Inés Ramírez, quien en conjunto con la ministra de las TIC, Sandra Urrutia, al parecer han llegado a un consenso sobre la propuesta de reforma laboral, que según lo anunciado en medios de comunicación cobijará a las plataformas digitales de intermediación.

Entiendo lo taquillero del tema y la atención que se genera sobre la idea de “formalizar” a los prestadores del servicio que hacen parte de estas plataformas. Pero como todo en la vida, la historia siempre tiene dos versiones a las que hay que atender y entender para poder llegar al centro de lo que debe ser la verdadera discusión. Una regulación o juicio de valor que solo tenga en cuenta un solo lado del problema, además de ser simplista, es sesgada y poco rigurosa, lo que habla muy mal de nuestra formación como sociedad. Es por eso, que sin dejar de lado los derechos de quienes prestan el servicio en plataformas de intermediación, vale la pena fraccionar la discusión y así buscar cómo mejorar las condiciones sin desincentivar aún más el alto índice de informalidad del país, la innovación y el crecimiento empresarial.

No todo lo que en el mundo existe se debe llamar o ver de la misma manera. Y a lo que me refiero con esta afirmación es que tenemos la terca manía de querer encajar determinados modelos de negocio en regulaciones y comportamientos a las viejas formas. Uno de los principios del derecho es que este evoluciona con la sociedad, por lo que dar pasos hacia pretender darle carácter de trabajadores a quienes participan de la cadena de intermediación en plataformas digitales, es como dice el dicho del caminar del cangrejo, para atrás.

Nada más torpe que permanecer en una versión del pasado, que hoy no existe. Para mi gusto un estado que intervenga de manera directa en la economía no es deseable, pero también soy un convencido de la necesidad de reivindicación de ciertas condiciones sin sacrificar el crecimiento empresarial. Así que lo que probablemente debiera pasar es regular un contrato de prestación de servicios para estos casos que evite prácticas que puedan ser abusivas y así, generar mejores condiciones para quienes hoy viven de la economía colaborativa.

Uno de los problemas que nos persiguen como sociedad es el de creer y actuar como si la verdad absoluta fuera una sola y que bajo esta premisa se justifican todos los actos -incluso lo mal intencionados-. Otro de los problemas endémicos es que, como dice un amigo, desde hace mucho tiempo la intervención del estado en materia de innovación, transformación digital y crecimiento empresarial, la están liderando expertos en un mundo que ya no existe. Es por estas razones que a mi gusto un estado que interviene demasiado en una economía es poco deseable, lo que demuestra que se está regulando más en micrófonos que con sentido estratégico y de largo plazo.

No podemos dar el lujo de matar a la innovación con pensamientos arcaicos y de reivindicación que lo único que traen detrás es una vendetta en contra de lo modelos de negocio que han cambiado los paradigmas en el transporte, la hotelería, los servicios a domicilio, la forma en que las personas adquieren bienes o servicios y en general en casi todas las industrias. Tampoco nos permitamos que por un capricho terminemos lamentando seguir incentivando la informalidad, la baja generación de empleo, sacrificando el crecimiento empresarial y con esto frustrando la posibilidad de que más colom- bianos encuentren una forma digna de sustento. No olvidemos que los países crecen al ritmo de sus empresas. Así que señoras ministras: ojo con el legado retardatario que pretenden dejar. Como dice mi mamá: soldado advertido no muere en guerra.

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