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Analistas 18/05/2019

Über-izacción

Germán Eduardo Vargas
Catedrático/Columnista

El debut de la uber-acción reflejó su dudoso «modelo de negocio». Quizás las bolsas fueron la primera über-ización: antes financiación pública, hoy economía colaborativa, la competencia desleal tipifica aquellos unicornios que representan pérdida de valores (“de lo más despreciable”) o prometen “esperanzas sobre-terrenales” (Zaratustra).

La biotecnología, neurociencia e inteligencia artificial son nuestras armas para conquistar una perfección cuyo significado no es explícito, no comprendo o no comparto. Ansiosos por tener poderes sobre-naturales, la canonización cibernética alienó aquellas virtudes y competencias emocionales que mejorarían nuestra calidad de vida. ¿Cuál es el sentido del über-mensch (súper-humano)?

Ciertas utopías deshumanizaron la sociedad. Verbigracia, el neoliberalismo distorsionó la libertad; incluso, según Vonnegut, hacia 2081, “todos eran por fin iguales […] en todo sentido. Nadie era más listo […o…] guapo que nadie. Nadie era más fuerte o rápido”. De otro modo regresarían “los tiempos oscuros de la competencia”.

Para lograrlo utilizaron “discapacitadores” artificiales; en términos de la Teoría de Restricciones, tomaron como referencia el punto más débil del sistema, para nivelar a la baja todas sus partes. Dejo a su consideración la reflexión sobre las expectativas (“no eran realmente muy buenas -no mejores que cualquier otra persona, de todos modos”) y la mediocridad (“era normal -barata, torpe, falsa”).

Conecto esto con Un Mundo Feliz (Huxley, 1931), donde usaban un sicotrópico para adoctrinar y anestesiar emociones negativas (sin efectos secundarios). Técnica primitiva que podría sustituirse por la mutación genética, a partir de lo descubierto en el sistema ‘cannabi-noide‘ de Jo Cameron, quien reprobó con cero pruebas clínicas de ansiedad y depresión.

Según lo antedicho, anhelamos evitar la adversidad -aunque de forma moderada haya tenido algún beneficio evolutivo, en nuestra inmunología biológica y social-, mientras desatendemos lo positivo, viviendo en piloto automático, como zombis. Curiosamente, científicos de Yale estimularon los cerebros de cerdos sacrificados, inyectando un fluido denominado BrainEx (Restoration of brain circulation and cellular functions post-mortem, 2019), con potenciales implicaciones en la reactivación de su metabolismo y reacción eléctrica.

Con tantos avances, imitaremos la película Sin Límites disponiendo de medicamentos para explotar nuestro potencial cognitivo. O, como la realidad virtual de Matrix, hackearan nuestros sueños (Dormio. MIT, 2018) y entrenaremos novatos “copiando y pegando” las ondas cerebrales de expertos (Stimulation Modulates Neuronal Activity and Learning in Pilot Training. HRT, 2016).

Diseños biológicos (artificial) o dispositivos, fortalezas estándar o personalizadas, obsesionados con la productividad, vanidad e inmortalidad, olvidamos ideales supremos. Los invito a responder cuáles, tras reflexionar si aspiramos concebir súper-humanos (über-mensch) para recrear competencias titánicas.

Para Manhattan, principal centro bursátil, Woody Allen escribió: “El cerebro es el órgano más sobrevalorado […] Te crees Dios.- Debo imitarlo […] No todos nos corrompemos, ten algo de fe en la humanidad”. Realmente, ni siquiera aprovechamos 10% de nuestra inteligencia (emocional), adaptando aquel mito.

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