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Analistas 27/01/2023

Modernos Hefestos

Germán Eduardo Vargas
Catedrático/Columnista
La República Más

La pandemia expuso a muchos Trabajos No Esenciales; esa degradante clasificación puso en su sitio a muchos «igualados» que considerábamos «imprescindibles». Ahora, la nueva crisis económica -conspirando con la IA- promete poner de patitas en la calle a los profesionales de los sectores «ganadores», v.g. tecnológico, pues incluso las empresas más «admiradas» reportan automáticamente más anuncios con despidos que vacantes.

Aunque las versiones difieran, la mitología ofrece narrativas tan vigentes como esclarecedoras. Respecto al trabajador y la gestión humana, en mi imaginario diariamente reencarnan Sísifo y Hefesto. Este último era el dios griego de los trabajadores; en sentido estricto, aquellos creadores de herramientas que apalancan o superan a los humanos, pues construyó poderosos artefactos para las deidades, además de sofisticados autómatas que poseían inteligencia, habla y fuerza, para asistir labores.

Hijo de Zeus y Hera, fue expulsado del Olimpo porque ella no toleraba su apariencia; lo adoptaron los nativos, quienes le enseñaron aquel oficio que perfeccionó para edificar una factoría donde trabajaba con monstruos, Cíclopes y Cabiros, aprovechando su fuerza bruta y limitada visión.

Labrado su reconocimiento, hackeó a los dioses; de hecho, para su madre diseñó un trono con grilletes invisibles. Requirieron su regreso para liberarla, y se negó; apelaron a estratagemas, mediante los juerguistas ditirámbicos, pero sólo tras una pérfida oferta de Afrodita, su orgullo cedió y se convirtió en el único exiliado en volver al Olimpo.

Complemento de Atenea, diosa de la sabiduría y la guerra, su final no fue propiamente feliz porque padeció deformidades causadas por el uso del arsénico en su trabajo. Incluso, ha sido representado caminando en su forja, con ayuda de un bastón; transpirado y con aspecto desaliñado, encorvado en la fragua con su martillo, yunque y pinza.

Note que, en lo antedicho, puede identificar desde la creación de sustitutos laborales hasta turbios manejos en los implícitos procesos de gestión humana. Además, los castigos sustentan el incentivo.

Considere el caso de Sísifo, quien fue condenado a desechar su esfuerzo en un permanente ciclo de retrabajo, o la venganza determinada por Zeus cuando Prometeo robó a Hefesto la antorcha del conocimiento, para democratizar el trabajo o socializar su «progreso»: pidió al héroe moderno que creara a Pandora, quien, rechazada por desconfianza y dotada de infinita curiosidad, cedió ante la tentación de abrir el ánfora donde estaban contenidos los males que atormentarían a la humanidad.

Los contemporáneos profesionales Stem fungen como Modernos Hefesto, y quienes trabajan en actividades administrativas son los Actuales Sísifo; sin embargo, nuestra sociedad necesita Nuevos Prometeo, para desafiar la nefasta Gestión Humana de los Eternos Zeus, porque ocultan que “El capital es trabajo muerto que sólo se reanima, a la manera de un vampiro, al chupar trabajo vivo” (El Capital, Marx).

Mientras fracasaba la iniciativa de crear un sindicato de Amazon, y los «googlers» también buscaban cómo constituir uno propio, México convocaba una «hackatón» parlamentaria para escribir código legal que eliminara el «malware» gerencial: las agencias de colocación y subcontratación, que legalizan el abuso laboral.

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