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Analistas 10/10/2020

El quid: la «e-quid-ad»

Germán Eduardo Vargas
Catedrático/Columnista

La polarización es una cortina de humo, porque las contradicciones ideológicas mantienen en crisis a la socialdemocracia y el capitalismo. La regresividad es absoluta, según reitera la ONU (World Social Report, 2020).

Antes de la pandemia había fallecido Feldstein, presidente emérito de la National Bureau of Economic Research, quien asesoró a los gobiernos Reagan, Bush y, ¡sorpresa!, Obama. Para entender y apostatar ese pensamiento que gobierna, recomiendo su ensayo ‘Reducing poverty, not inequality’ (1999), donde señala que la pobreza se ha medido mal y aboga por aquellos que concentran la riqueza, porque esa condición “mejora a algunas personas sin empeorar a otras”.

Esa conjetura la defiende la ciencia de la tecnocracia, la econometría, que aún en la era de la innovación radical opera bajo el principio del «ceteris paribus»; de manera explícita renunció a las reformas sistémicas y, como un cambio marginal mantiene «todo lo demás igual», sigue modelando al negacionismo, el egoísmo y la conformidad.

Como resultado, la economía real parece inexistente, conjuraron la progresividad redistributiva para afianzar la exponencial, y los privilegiados conservan iguales derechos que «todos los demás», aunque «diferentes» parámetros. 20 años después (recuerdo la novela de Dumas), Naciones Unidas finge ante el bando al que pertenece, y reporta que “reducir la pobreza depende de acabar con la desigualdad y proteger la naturaleza” (The Future is Now. Global Sustainable Development Report, 2019); sin embargo, en su “Llamado a la Acción” defiende la inequidad de medios y fines, agregando que “con diferentes puntos de partida se requieren diferentes aproximaciones para los países ricos, de ingreso medio y pobres”.

Ese enfoque invita a evadir cualquier compromiso -o manipular su cumplimiento-, como sucedió con el Acuerdo Climático y la Agenda 2030; de hecho, su informe ‘Human Development Report. Beyond income, beyond averages, beyond today: Inequalities in human development in the 21st century’, reconoce que la «lotería» de las diferencias juega antes del nacimiento, y “se agravan a lo largo de la vida”.

Paradoja, el modelo neoliberal abortó o secuestró nuestras “libertades para ser y hacer”; nos dejó sin potestad “para tomar decisiones con el fin de cumplir [nuestras] aspiraciones” (ídem), y el rescate es impagable para la mayoría de individuos. Además de atentar contra la dignidad humana, emergieron efectos colaterales como el riesgo moral, y la «indiferencia» colectiva e institucional.
Verbigracia, honraron a Feldstein otorgando el Nobel de Economía 2019 a la pobreza: no a la inequidad; siguen eligiendo salvar a la tiranía capitalista, y no a la humanidad, a la sociedad y el planeta, como nos recuerda el Papa mediante su encíclica «Fratelli Tutti».

En la misma línea, mientras anuncian el Premio durante el próximo Día de la Raza (12/10/2020), aquí cierto grupo sigue posicionando la candidatura de Gaviria, y su tecnócrata lema: “competencia hasta donde sea posible, regulación hasta donde sea necesaria”.

Interesante, aunque tan ambiguo o ambivalente como Fajardo. Prefiero alguien con vocación para fundar la socialdemocracia que necesita nuestra República, y sugiero a Cecilia López como primera Presidente de Colombia. ¿Qué opinan?

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