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Iniciando siglo, la digitalización empezó a transformar el modelo de negocio de las editoriales, y se multiplicaron las oportunidades para probar suerte generando contenidos. Ahora, además de la posibilidad de autopublicar mediante plataformas, hay nuevos actores cuyas lecciones o casos de éxito merecen mayor divulgación.
En el mercado colombiano (camlibro.com.co, 1/5/2023), los temas de interés general aportan la mitad de las ventas; 90% de los ejemplares está vinculado al formato impreso, y el canal más utilizado es el tradicional (40%). Esto lo hacen realidad el conocimiento de Fernando Rojas (Panamericana Editorial), Misael Blanco (Intermedio Editores, Ceet) o Bayardo Henao (Editorial Planeta), además de la capacidad de innovación de Bibiana Cangrejo (Cangrejo Editores) y Alfredo Castellanos (ITA Editorial).
ITA es diferente a las demás, pues ha democratizado el protagonismo de los autores, y también contribuye a su gestación, promoviendo la educación y la cultura como agentes de cambio social. He tenido oportunidad de consultar algunos aspectos con Alfredo Castellanos, quien recibió el reconocimiento Young Leader of the Americas por el impacto social de este emprendimiento que nació en Colombia, y tiene presencia en decenas de países.
Destacó las convocatorias de composiciones en diversas temáticas, las cuales atraen a miles de escritores o diletantes que encuentran en ITA apertura para publicar, y orientación especializada para afianzar sus obras. Como consecuencia, en promedio 40% de las propuestas que recibe es publicada, y ha beneficiado a más de 8.000 autores en un cuatrienio, “siendo la editorial con más autores publicados”.
Según su balance, las convocatorias de “mujeres, salud mental, y la del paro nacional del 21 de noviembre de 2019”, tuvieron resultados extraordinarios. Así mismo, destaca la participación de los menores de 18 años, las amas de casa o los adultos mayores, y concluye que la mayor parte de los nuevos autores son “mujeres jóvenes, de estratos populares”.
El Gobierno Nacional puede aprender algo de este interesante fenómeno. De hecho, dado que los ganadores están concentrados en las grandes ciudades, ITA pretende facilitar la integración de “las comunidades en territorio” mediante alianzas para cerrar brechas. También ha canalizado iniciativas de formación con la Universidad Central, que no solo constituye “la mayor apuesta por la educación de una editorial en Colombia”, sino que la deserción ha sido de 0 %.
Desde Canadá, observó que nuestra narrativa está impulsada por “causas temporales” y “nos hace falta ver más hacía futuro”. También cuestionó que la cultura sea tratada como bien suntuoso, o privilegio de clases, al recordar una frase que le dijo un escritor “luego de una reunión con un par de librerías tradicionales en Bogotá: Una editorial no es grande por el número de autores que publica, sino por los que rechaza”.
Ahora apunta a sumar “10.000 nuevos autores en los próximos seis meses”, lo “que de seguro marcará un antes y un después en los procesos de educación y cultura en el país”. Yo termino recordando que, recientemente, Ricardo Silva dijo “escribir es mi terapia”; justo lo que Colombia necesita, aunque no vía Twitter.