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Analistas 23/01/2024

Davos, Frozen y Olaf

Germán Eduardo Vargas
Catedrático/Columnista

Finalizando 2023, la película Hojas de Otoño proyectó, desde la gélida Finlandia, a la estacionaria oscuridad neoliberal. Ese diagnóstico empalmó con el invierno, y contrastó al nevado Foro Económico Mundial (WEF), en Davos.

Durante la semana que incluyó al Día Más Triste -Blue Monday-, un Paraíso Fiscal acogió a esa congregación que atesora secretos, y, como no sabe controlar sus destructivos poderes, aparenta empatía hacia la ansiosa humanidad. Ambientada como Frozen -Mejor Película Animada según los Premios Oscar de 2014-, Davos patrocina la frivolidad y la práctica del juego infantil “Frío o Caliente”, donde descubren algo siguiendo las señales emitidas por determinados titiriteros.

En la versión 2024, Biden, Putin y Jinping no pudieron ponerse de acuerdo sobre quién sería Elsa; se excusaron diciendo que no podían atarles las manos, y se aislaron para evadir responsabilidades en sus Guerras Frías. Petro actuó como Anna, decidido a emprender Una Aventura Congelada, solitaria o solidaria, proponiendo algún New Deal o Plan Marshall para evitar que los glaciares se derritan; Olaf quiso guiarnos hacia el optimismo, perjurando que Alemania no entraría en recesión, y los jeques fungieron como Trolls, pues son la piedra angular del cambio, paradójicamente gracias al petróleo, para que Petro supere el trauma climático.

Igual, la profecía de los entes multilaterales dictó que la tormenta económica se intensificará y eternizará. Primero, el WEF reveló desequilibrios en resiliencia, sostenibilidad e inclusión; ningún país tiene progreso satisfactorio, y el promedio es mediocre (The Future of Growth, 2024). Segundo, la OCDE advirtió que 60% de la población económicamente activa es prisionera de la informalidad o precariedad, que ha escarchado a sucesivas generaciones (Breaking the Vicious Circles of Informal Employment and Low-Paying Work, 2024). Tercero, como en Davos hablan alemán, conviene glasear la Palabra del Año en dicho idioma, “Krisenmodus”: en modo crisis.

Reconectando, la banda sonora de Frozen, Let It Go, ganó el Premio de la Academia como Mejor Canción Original, y su contenido sigue vigente pues, interpretando las depresiones socioeconómicas que acumula nuestro adolescente siglo, habla de la ausencia de huellas para seguir, cuando lo que se creía perfecto, fue desmentido.

Prometiendo un final feliz, una minoría de privilegiados -que incluye a la heredera de Disney-, admitió haber explotado el statu-quo, pero, procurando redención, rogó que le cobraran más impuestos por su improductivo patrimonio. Aunque ese parece un despertar hacia la humildad y responsabilidad social, como “Cuento de Navidad” (Dickens, https://t.ly/3niWu), en el ávaro y regresivo Reino de Colombia lo llamarían confiscación.

Añoramos un Estado de Bienestar, pero el clima político y de negocios propicia demasiadas avalanchas. Cada jornada seguirá transcurriendo cual “Día de la Marmota” (Ramis, https://t.ly/ErZFw), y el frío se prolongará hasta la siguiente estación, donde nos espera otra cruel reedición de “La Consagración de la Primavera”, aquel primitivo sacrificio por el que Disney maltrató a Stravinski, durante el rodaje de Fantasía (https://t.ly/R5WBT)

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