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Epicentro de confusión y corrupción, nuestro ciclo de elecciones presidenciales dejó en evidencia la campaña política que hizo Duque, y la preeminencia de sus Gobiernos Corporativos.
Tal como recreó la película colombiana El Embajador de la India, aquí le comemos cuento y le ponemos corona a cualquiera. Empresas que presuntamente ostentan buena reputación global arriban aquí a trabajar a la colombiana: de manera corrupta, negligente o chambona. Así mismo, destilando hipócrita indignación, el paraíso fiscal por excelencia, Suiza, reclamó a Colombia que su nombre “se veía seriamente afectado” por los ‘petrovideos’. ¿Selectivamente transigen que el terrorismo proyectado por Hollywood siempre haya sido auspiciado mediante su intermediación financiera?
En el exclusivo Colegio Alemán, apoyando la candidatura del RodolFührer, intentaron expulsar a las hijas de un alcalde contradictor del presidente Duque, quien además señaló que el Grupo Empresarial Antioqueño operaba como mafia o cartel. A propósito de esto, “Nazi Billionaires: The Dark History of Germany’s Wealthiest Dynasties” (2022) condenó al oligopolio automotriz alemán, vinculado a incontables crímenes de lesa humanidad, pues instituye oenegés, cátedras o galardones, aunque usufructúa la esclavitud y la competencia desleal.
El nazismo reencarnó como neoliberalismo. Para limpiar su reputación o lavarse las manos, pontifica sobre filantropía o corrección empresarial, y manipula investigaciones según demostró el dieselgate; ahora renunció a eliminar la importación de los contaminantes combustibles que lo vinculan a Putin.
Entretanto, en EE.UU., cuna del abandono estatal o capitalismo salvaje, Amazon y Starbucks extorsionan sindicalistas para que no ajusten el contrapeso del privilegiado ascensor social. Desregulación o mala regulación, no hay juego limpio y siempre ganan los mismos: como en nuestro Estado Fallido, donde la plutocracia ejerce su tóxica influencia en las ramas del poder.
Quid pro quo, “miembros de reconocidos grupos económicos, cabezas de gremios y reputados empresarios” hicieron donaciones al advenedizo Fico. Rodolfo es millonario gracias al gota a gota inmobiliario, y tampoco pudo darse el lujo de mandar al carajo las compraventas de votos. Finalmente, Petro tuvo que endeudarse con bancos de sus antítesis: Sarmiento Angulo y Gilinski (ElTiempo.com, 21/5/2022).
Entre el rebusque y el Techo de Cristal que impone el salario mínimo, la ciudadanía carece de libertades. Tales restricciones favorecieron la «comisión» de abusos por parte de muchos empresarios con tendencias paramilitares, que amenazaron «dar de baja» de sus nóminas a quienes no votaran como ordenaron, según advirtió un fundador del Centro Democrático.
Intentando «purificar» al electorado, otros amenazaron con ejecutar la Cláusula Petro; desafortunada digresión, Grupo Bolívar condicionó a sus «colaboradores», y Colanta, que contribuye al calentamiento global, confundió Gobierno Corporativo y Competencias Ciudadanas argumentando que “quien no hace política, la padece”.
Nuestro nazismo ignora que las Farc dejaron de existir, y Colombia está peor porque los verdaderos enemigos siempre han ostentado y malogrado el poder.