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Analistas 26/08/2022

Ignorancia, mesianismo e ingeniería

Francisco Mejía Sendoya
Expresidente del Banco Agrario de Colombia

En el pasado congreso de la Andi, Gustavo Petro dijo que el sector financiero no agregaba valor a la sociedad, sino que extraía valor de los únicos dos sectores que crean riqueza, que son el agropecuario y el manufacturero. Ya en campaña había dicho que la banca es una especie de parasito de la economía, lo cual es falso.

El comercio internacional y, por ende, la producción de bienes, tuvo un gran crecimiento en el renacimiento con el advenimiento de la contabilidad de doble entrada y su utilización por parte de la banca. Ya no era necesario que un mercader llegara al puerto foráneo con una bolsa llena de monedas de oro, ahora llegaba con un cheque que permitía acreditar la cuenta corriente del vendedor, y este mismo cheque solía ser un préstamo que el mercader cancelaba a su banco con la venta de sus productos. Fue una gran innovación que a través de débitos y créditos se disminuyeran los costos de transacción, lo cual por si mismo genera gran valor para las sociedades. Pero además, hay una enorme creación de valor cuando a través del proceso de convertir los depósitos en préstamos se cambia el uso de los activos de menor productividad a mayor productividad para la sociedad.

Esto pasa cuando se transforma un depósito de ahorro en una máquina para producir algún bien, o en algún activo que produzca un servicio que demanda la gente, o en la vivienda propia de una familia que la adquiere a través de un crédito. También se crea valor en lo que se denomina transformación de la duración, que consiste en utilizar depósitos a la vista para hacer préstamos a largo plazo. Esto para hablar solamente de algunas de las formas como la banca crea valor.

De hecho, en los países desarrollados, el valor de la economía de los servicios, aquella que en su conjunto según Petro no crea riqueza incluyendo el sector financiero, suele ser cercano a 70% del PIB, mientras que en los subdesarrollados esta normalmente alrededor de 45%.

El problema de Petro no es su ignorancia, su problema es que ignora que no sabe, y es dogmático y mesiánico. Petro es un convencido de la ingeniería social que inspira al marxismo, es decir que desde el estado se puede diseñar el funcionamiento perfecto de la sociedad. Esto en economía significa que un burócrata como él puede tomar mejores decisiones en cuanto a lo que una sociedad necesita producir y consumir, que los mismos individuos que interactúan en el mercado. Por eso es tan preocupante no solo su estigmatización a sectores tan importantes como el financiero, sino su esfuerzo por demostrar que los empresarios Colombianos no han hecho nada, como quedó claro en su discurso de la Andi.

Algo así como que el aparato productivo Colombiano es tan raquítico como el de Haití o Ruanda, como si no existieran empresas como Tecnoglass, Rappi o Mario Hernández. Y digo que es preocupante porque esa fórmula de desacreditarlo todo con mentiras le sirvió para ganar el poder político y emprender sus “transformaciones” desde el gobierno. Ahora hay que estar atentos porque, si está desacreditando al sector productivo, puede ser que el poder político no le baste, y quiera como Chávez y Fidel también controlar el aparato productivo. Por eso, la coyuntura demanda de los líderes gremiales firmeza, franqueza y coraje. La docilidad no servirá de nada.

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