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Analistas 28/09/2023

¿Peso internacional?

Eric Tremolada
Dr. En Derecho Internacional y relaciones Int.

Aunque muchos no lo sepan, una de las agrupaciones más antiguas en la escena internacional es el denominado G77 que, en 1964, se alza al final de la primera Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (Unctad, por sus siglas en inglés). Su nombre obedece a las 77 naciones en vías de desarrollo que firmaron la primera declaración, estableciendo como sus objetivos el articular y promover -dentro del marco de Naciones Unidas- intereses económicos colectivos, fortaleciendo la capacidad de negociación conjunta.

Su avance más significativo -pese a la diversidad de los integrantes- es el acuerdo entre países en vías de desarrollo para un sistema de preferencias arancelarias, centrado, sobre todo, en lo agrícola. No obstante, lo propio no ha sido posible integrando en el acuerdo a los países desarrollados, lo que explica las frustraciones posteriores derivadas de la Ronda de Doha.

Muchos consideran que el principal mérito del G77 en estas seis décadas, es mantenerse unido. Coexisten en el grupo economías tan grandes como las de China y Brasil con la de Burundi, Sierra Leona y Sudán del Sur, y todos sus integrantes con intereses muy distintos. El tamaño del grupo tampoco juega a su favor, toda vez que si bien fue formado por 77 naciones, a lo largo de estos años ha sumado 57 naciones más, completando 134 miembros.

Con el ánimo de coordinarse mejor, en 1971 -dentro del bloque-, se formó un grupo más pequeño (G24), que intenta articular los intereses de los países en vías de desarrollo en negociaciones internacionales. Un dato curioso y que refleja la diversidad de intereses, es que de los ocho latinoamericanos que integraron este subgrupo, México es el único integrante del G24 que no es parte del G77 al abandonarlo a partir de que adhiriera a la Ocde en 1994.

Su funcionamiento implica reuniones anuales de los ministros de los países miembros en la sede de Naciones Unidas, y si adoptan decisiones, desde la Organización son transmitidas a los países del bloque. La economía de una veintena de estos países -sin mencionar a China, por aquello que esta Nación no se califica como miembro pleno del grupo- son las que más han crecido en los últimos años, aunque como es fácil advertir, un PIB importante “conjunto”, no necesariamente se traduce en influencia significativa.

De hecho el título de la reunión frente a la Declaración que cerró el G77 + China el pasado 16 de septiembre en La Habana, refleja ese escaso poder de influencia “Retos actuales del desarrollo: papel de la ciencia, la tecnología y la innovación”. El Secretario General de Naciones Unidas, al inaugurar el evento marcó el derrotero que no se reflejó en las conclusiones “el mundo le está fallando a los países en desarrollo” y “solo una acción global puede hacer frente a estas desigualdades, garantizar una transición justa a una economía digital y asegurar que, en una nueva era tecnológica, no se deje a nadie atrás”.

Las conclusiones, más retóricas que realistas, piden un cambio del orden económico sin una propuesta concreta y concertada, se reitera la necesidad de impulsar la cooperación Sur-Sur, rechazan -sin mencionar a Cuba- la imposición de leyes y regulaciones con impacto extraterritorial, observan con preocupación lo lejos de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible y resaltaron que México volverá al G77.

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