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Analistas 12/07/2023

Insistiremos en la reforma laboral

Edwin Palma Egea
Viceministro de Relaciones Laborales e Inspección en el Ministerio del Trabajo

Si Hannah Arendt viviera, estuviera en Colombia y nos mirara pasar desde la Casa del Florero durante las marchas del 7 y el 20 de junio de 2023 quizás pensaría en una democracia muy viva y movilizada, en ciudadanías en acción, a los que en “La Condición Humana” llamó Homo Agens.

Y estas movilizaciones tienen además varios ventajas, concurren decenas de miles de personas en casi todas las capitales del país, son pacíficas, pero a la vez ocurren a pesar de la violencia y la amenaza armada, de la pobreza generalizada y la explotación laboral masiva que padecen 90% de las personas que trabajan, de la ausencia de debate político en serio en medios de comunicación o salones del Congreso en los que se publica lo que sea y en exceso para ganar tráfico, hasta saturar, pero sin profundizar. Se publica mucho, se informa poco y se desinforma más.

¿Suena paradójico no? A las movilizaciones y su amplitud, se suma el intenso crecimiento del debate en redes sociales o en las calles, a pesar del ruido, el insulto o el fanatismo. El gobierno ha desatado una conversación nacional a fondo sobre temas sustantivos y urgentes para la mayoría buscando responder a esta pregunta: ¿Qué medidas tomar para que Colombia sea realmente Estado Social de Derecho?

Un cambio en comparación a lo ocurrido en las últimas tres décadas en las que la discusión se redujo a escenarios estrechos entre académicos, políticos y los autodenominados técnicos que se dedicaron en cuerpo y alma a imponer una sola manera de pensar, interpretar y proponer un único modelo económico, un modelo de desarrollo, un solo marco posible del mundo del trabajo que rebautizaron con el nombre plenamente ideológico de “mercado laboral”, y todo eso vendido como científico, para facilitar la libre competencia o el libre mercado. Los resultados fueron catastróficos para las personas que trabajan.

A pesar de los obstáculos, por estos días hay una creciente actividad en la esfera política, el escenario ideal en el que la esencia de lo humano o de lo bueno se expresaría plenamente según Hannah Arendt: La cooperación, la deliberación. Porque a pesar de todas nuestras limitaciones, como la explotación que sufre la mayoría, el exceso de trabajo a cambio de pocos ingresos, el temor al hambre, a la falta de techo o a la violencia que se sufre cotidianamente estamos en un periodo de mayor debate público y movilización. Gentes muy influyentes celebraron el hundimiento temporal de la reforma laboral el 20 de junio, pero las encuestas muestran que hay una opinión más que favorable a las reformas sociales, esta semana el Opinómetro volvió a decir el lunes 10 de julio que 43% se oponen a la alianza que algún partido tradicional propuso para impedir las reformas sociales y a favor de esa alianza por el retroceso estuvo a favor solo 20% de los encuestados.

Son tiempos difíciles para la libertad, como la misma señora Arendt reconoció, en estos tiempos se nos ha condenado a ser Animal Laborens, la modernidad y la racionalidad instrumental nos encadenó a la sociedad de mercado, nos sometió a trabajos repetitivos, largos y no creativos que son obstáculos para la deliberación política, para la cooperación o la esperanza. La reforma laboral, las reformas sociales buscan que lo que esta teórica política alemana nos propone, que llegáramos a ser homo faber, el ser humano que crea y el homo agens el ser humano que actúa libre en la esfera política, la forma más noble de humanidad una democracia ampliada y en movimiento.

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Más empatía

Como decía en una columna anterior el debate sobre las reformas y sobre el desarrollo de nuestra constitución es demasiado serio para dejárselo solo a los abogados laboralistas o a los economistas neoclásicos, con sus jergas crípticas y sus intereses, básicamente para que nada cambie. Quién dice que no podemos hablarlo con los trabajadores y trabajadoras a los que los “ilustres opinadores”, algunos validados por un sector de la “academia”, les llaman “privilegiados”.

Cada vez estoy más convencido, hay que insistir en las reformas, volverlas a presentar, hay que proponerlas, explicarlas, contarlas, movilizarnos para lograrlas, las élites ya no tienen nada que proponer y se han dedicado al miedo para tratar de tapar que en junio de 2022 el país estaba en trance de ruina moral y política y cerca de la económica.

Las encuestas dan señales, 52% a favor de que se vuelva a presentar la reforma laboral dice Datexco esta semana, hace dos semanas la tercera parte de los encuestados de Cifras y Conceptos conocían la reforma y la apoyaban, enorme proporción a pesar de la ausencia en los medios de información adecuada o completa y de los límites impuestos a la comunicación del gobierno.

La reforma laboral es una propuesta concreta, viable, largamente construida, que no solo mejora la vida de 11 millones de personas que trabajan, es que incluye cambios en el derecho laboral individual y en el colectivo que ayudarán a que vivamos una esfera política más activa y vibrante, que es la meta de una sociedad liberal en la que cada cual pueda encontrar su camino, garantizar una vida pública más pacífica porque se reconoce agonista, llena de conflictos pero que pueden al fin resolverse sin violencia cambiando nuestra costumbre.

Pero llegar allí requiere en el caso colombiano un cambio sustancial de la estructura jerarquizada de la sociedad, de las condiciones de acceso a derechos sociales y civiles básicos como el de asociación o en los ingresos, lograr que no se nos vaya la vida dedicados a conseguir con que sobrevivir.

En estos meses hemos asistido con la señora ministra de Trabajo o con congresistas a decenas de debates cerrados, casi todos ellos para públicos especializados y siempre encadenados al lenguaje técnico. Hay que salir a encontrarnos en las plazas, las tiendas, las calles o los buses con la ciudadanía trabajadora para atajar miedos creados e irreales.

Esta reforma no es algo que deba ni pueda leerse aisladamente, como el Presidente lo ha dicho estas reformas van de la mano con otras paralelas: ampliar la capacidad productiva del país, especialmente con el empoderamiento de la economía popular, impulsar la industrialización o hacer la reforma agraria. Para los que tanto me preguntan todo esto lo pueden encontrar en el Plan nacional de Desarrollo que ya es ley de la república.

El gobierno fue elegido para sortear los miedos colectivos reales o ficticios y no para someternos a ellos y resignarnos a añorar un pasado que no fue mejor casi para nadie. La política no es para la resignación que nos ofrecen mal envejecidos expresidentes, es para mejorar la vida y ellos ya desaprovecharon su momento. Es tiempo de ir hacia adelante. Los que siempre nos gobernaron mal no nos pueden decir ahora cómo hacerlo.

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