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Analistas 08/11/2016

Una nueva agenda para el mundo urbano

Eduardo Verano de la Rosa
Gobernador del Atlántico
La República Más
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Hábitat III estudió las ciudades porque el mundo se ha urbanizado, más de la mitad de la población mundial hoy vive en zonas urbanas: en los años 50, el 28 % de la población, es decir, 746 millones de personas vivían en ciudades. En el año 2000 llegó a 2.850 millones que representaban el 46 % y en  2015 subió a 54 % con 3.960 millones de individuos. Para el año 2030 serán 5.100 millones que superarán el 60 % del total de los habitantes del mundo.

Este fenómeno obliga a planear y entender la vida de las ciudades, a ver cómo serán estos núcleos urbanos que tanta gente albergan, pero que solamente ocupan el 0,51 % de la superficie terrestre y que si tenemos en cuenta que la población se triplicará para el 2030, necesariamente dejará grandes huellas físicas y ecológicas. Hay que hacer una nueva “agenda urbana”.

La lista de problemas urbanos por resolver es grande. Las ciudades son muy vulnerables a los efectos del cambio climático. Para el año 2040, los sistemas energéticos mundiales deberán cubrir la demanda de 9.000 millones de personas.

Las grandes concentraciones urbanas aumentan la brecha entre ricos y pobres, con cordones de pobreza, subempleo y desempleo.

Las viviendas deben ser adecuadas y se deben bajar los altos niveles de delincuencia, violencia y buscar la coexistencia pacífica.

La clase media va a crecer y a ser más importante. En 2009, pertenecían a la clase media 1.800 millones de personas y se calcula que para el año 2030 serán casi 5.000 de los 8.000 millones de habitantes totales. Se va a incrementar la demanda mundial de alimentos, agua, transporte, energía, vivienda y aumentarán las emisiones de gases efecto invernadero.

Los sistemas de transporte, la producción de energía y el manejo de los residuos sólidos deben ser compatibles con el medio ambiente.

El reto de la inclusión obligará a que haya ciudades más compactas que ofrezcan equidad e igualdad en el uso del espacio público. Los sistemas de gobernanza deben dar a la gente oportunidad de participar en la formulación de su proceso de desarrollo.

La descentralización no ha sido exitosa por la poca responsabilidad que se asignan a las autoridades regionales y locales en la planificación y ejecución de sus asuntos. Hay concentración de las responsabilidades en el nivel nacional.

Hay que construir ciudades más autosuficientes con énfasis en generación de empleo para evitar que crezcan únicamente “ciudades dormitorios” sin actividad económica. Hay que evitar tantos viajes de la gente y disminuir la necesidad de transporte. Hay herramientas poderosas de poco uso para el desarrollo de obras como el manejo de la “plusvalía”. El impacto de las obras que hace el Estado que benefician al sector privado, pero que nadie paga por ellas como es el caso de carreteras que valorizan las tierras sin aporte del sector privado.

El reto está en la filosofía de cómo construir ciudades con normas adecuadas y claridad en la responsabilidad de los gobiernos nacional y local. 

Y hay que buscar fórmulas más imaginativas para la financiación de los gobiernos locales que, por lo general, quedan totalmente desfinanciados por el apetito excesivo de los gobiernos nacionales para quedarse con toda las rentas, por tal motivo, los debilita.

La inteligencia colectiva indica que debemos construir el futuro territorio basándonos en los conocimientos ancestrales. Hay que construir esa visión territorial y levantar la voz desde los niveles locales e intermedios para lograr una mayor responsabilidad que concrete el desarrollo sostenible.

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