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Analistas 27/05/2021

Jóvenes y el cambio

Eduardo Verano de la Rosa
Gobernador del Atlántico

Nuestro país ha logrado construir una organización con sus instituciones Estatales y una Constitución Nacional que, si bien no son perfectas, es justo reconocer que funcionan. El que no valora lo que tiene lo deja perder. Debemos avanzar en la construcción de un país mejor como responsabilidad de nuestra generación.

Después de las marchas y los paros, que han llegado a un vandalismo sin antecedentes, debemos promover una etapa de reflexión y ordenarnos para superar la dificultad. Lo que hemos vivido debe ser el inicio de un gran cambio en el país. El presidente Duque debe liderar, en lo que queda de su Gobierno, una Gran transformación impulsando acuerdos y programas que respondan a la crisis económica y social que han surgido nítidas como solución del malestar.

Como respuesta a la pandemia y a la mayor explosión social de jóvenes en nuestra historia se debe avanzar a una fase superior. No nos podemos quedar criticando al Gobierno, o a los jóvenes porque marchan, o a los empresarios porque deben seguir con su producción como si nada. Debemos estudiar las causas y el porqué de la violencia. Después construir una nueva agenda de Gobierno. Por eso, ratificamos la importancia y la vigencia del Estado Regional.

Hay que encausar toda la energía que se ha generado en el paro hacia este proceso de creación colectiva y construcción. Las grandes transformaciones ocurren por la convicción de cambiar. Esa pérdida del miedo a cambiar la debemos convertir en un espíritu positivo y utilizarlo para nuestro bien. Aparecerán nuevos conceptos y visiones, nuevas luchas, grandes ideas.

Los violentos no nos representan, por eso queremos distinguir entre la protesta social y el vandalismo. No podemos utilizar estas marchas para probar nuevos armamentos, ni nuevas maneras de protestar nos lleva a una escalada siniestra de agresión. El principal reto es negociar con el pueblo, con los jóvenes para entender en detalle sus reclamos.

Las redes han jugado un papel fundamental informando mejor que los anteriores sistemas de comunicación lentos y dominados por unos pocos. Todos los jóvenes acceden a las redes y tienen la capacidad de expresarse sin límites geográficos, sin censuras y en tiempo real. Llegan imágenes inmediatas de sucesos que no registran los medios. Los jóvenes no leen prensa ni se informan a través de los medios de comunicación tradicionales, porque tienen todo a la mano en su teléfono.

A pesar de que han estudiado más, y se han especializado mejor que las generaciones anteriores ganarán menos y tienen pocas posibilidades de empleo. Saben más, profundizan más, pero entienden también que crecen las brechas económicas intergeneracionales. Por eso, buscan nuevas oportunidades para desarrollarse.

Los jóvenes tienen un concepto diferente de felicidad como meta de vida. Las generaciones anteriores fueron educadas sobre la base del sacrificio y hasta de “buscar la felicidad en la otra vida”. Los jóvenes creen en el aquí y ahora quieren cambiar lo necesario para su felicidad. Por eso, luchan en la calle por los ecosistemas sin glifosato, por la inclusión social, por un mejor sistema de salud, por tener acceso a la tierra para producir, por una educación de calidad. Quieren cambiar el país y están en las calles para lograr un país mejor, ya!

Luchan por construir su futuro económico. De que van a vivir, sin regalos, ni subsidios. Como se van a incentivar sus emprendimientos, sus empresas virtuales y generación de empleos reales. Tienen que formar parte de los acuerdos. Una educación actualizada los debe guiar a una novedosa etapa productiva y a tener la inteligencia emocional para superar dificultades.

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