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La superación del conflicto armado es una necesidad inaplazable. Una política orientada a esa superación en forma negociada es lo más razonable y merece todo el respaldo ciudadano. No hay nada peor que un conflicto armado y más si ese conflicto está degradado como el nuestro.
Los hechos siempre son tozudos. Las acciones del conflicto armado confirman que el Estado no ha sido capaz de resolverlo por la vía militar. Por otra parte, normas del Derecho Internacional Humanitario enseñan que está prohibido superar los conflictos armados por la vía del exterminio del otro.
Esos hechos tozudos confirman que ha sido un error de las partes combatientes no haberlo resuelto en forma negociada. De haberse superado el conflicto armado en forma negociada, el país no hubiese tenido que sufrir el martirio de la guerra prolongada.
Parar el baño de sangre y de muerte no da espera. Es irresponsable y criminal prolongar un conflicto armado que carece de sentido. Las partes combatientes no pueden pararse de la mesa de negociaciones, tampoco pueden dilatar la solución del conflicto.
Asimismo, las partes deben negociar la terminación de las hostilidades a corto plazo. Ese cese de la guerra es la mejor forma de mostrar la buena fe del propósito de la terminación del conflicto armado. No más muertes ni violaciones a los derechos humanos.
Por lo anterior, apoyar la propuesta política de Juan Manuel Santos a la Presidencia de la República es el camino correcto en la actual coyuntura política, pero la superación del conflicto armado no es la paz aunque no puede ignorarse que es el camino hacia la paz. La paz se construye sin violencia armada.
Para la paz se tiene que erradicar la causa que generó el conflicto armado. Nada es más verdadero que el conflicto armado tiene un origen: la exclusión política, la tremenda desigualdad y la ausencia de democracia política real. El conflicto armado es consecuencia de la exclusión política.
Por este motivo, respaldar a Juan Manuel Santos y votar por él es la salida institucional del momento, pero ese voto tiene que comprometer a Juan Manuel Santos a que erradique las condiciones de exclusión, desigualdad y antidemocracia que generaron el conflicto armado.
El ciudadano de la Región Caribe pidió y pide que cese la exclusión que tiene nombre propio: el centralismo y la forma como está diseñado el régimen presidencial. Juan Manuel Santos tiene que impulsar la realización de una reforma constitucional que permita la autonomía política regional.
Santos tiene claro que su reelección será posible si la Región Caribe lo respalda y vota por él, pero la Región Caribe no escucha, en su discurso, la propuesta de la Autonomía Regional del Caribe. Este es un grave error de la campaña presidencial y genera desconfianza para votar por él.
Para Juan Manuel Santos es de vida o muerte que la Región Caribe vote por él. Ya lo ha hecho, no en forma masiva, pero la clave para que sea copiosa está en que impulse el discurso de la Autonomía Regional y el compromiso real de crear la Región Caribe. De lo contrario no votarán por él.
La paz solamente se construirá con democracia, con respeto a la autonomía de las regiones para autogobernarse. La Región Caribe ve en el centralismo una ofensa, lo ve como trato discriminatorio, injustificado y como desprecio a su libertad política y mayoría de edad. La paz es regional.
No hay dudas de que Juan Manuel Santos es un candidato bueno. No ha despertado fervor ¿La causa? Su discurso se percibe como centralista, elitista y andino. Su discurso tiene que cambiar, tiene que ser regionalista, de lo contrario, la Región Caribe y las demás regiones lo percibirán distante.