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Analistas 01/10/2022

Uribe III

Edgar Papamija
Analista

Después de ocupar la escena política por más de 20 años en la primera línea de combate, muchos creyeron que el expresidente Uribe, daría un paso al costado para regresar a la vida del campo rodeado de caballos, libros, poemas y nietos.

Esos deseos de sus contradictores y esos anhelos de los suyos, quedaron postergados. Basta oír el tono y el giro dado a sus intervenciones públicas para saber que el animal político, sin renunciar a sus convicciones, busca interpretar los signos de los tiempos, para recuperar el espacio perdido en la opinión. Su nueva imagen retoma el tono apacible del Uribe I que sedujo y despertó el fervor apasionado de sus compatriotas.

Uribe II ejerció el poder directa e indirectamente durante un lustro, con fuerza y energía, imprimiendo un sello de orden y confianza en las instituciones, proyectando la imagen del caudillo que se ama o se odia, sin espacio para las medianías. La historia juzgará sus acciones, pero está claro que los personajes de su talante no pasan desapercibidos y que esos espíritus indómitos no encuentran el reposo. Preparémonos pues para el Uribe de la tercera etapa, cuya presencia en la escena pública tendremos que aceptar, gústenos o no nos guste, pues esa es la lógica de quienes viven para el poder.

Lo rescatable es que llega en el momento indicado, matizando la exposición de su credo, que no cambia en el fondo pero que suaviza en la forma. Nadie podría imaginar al expresidente expresarse a favor de una reforma agraria con todas sus consecuencias.

Nadie, que no lo conozca a fondo, habría podido pronosticar que llegaría a Palacio a expresarle a su más enconado contradictor político, su relativa conformidad con el cambio que propone, reconociendo claras diferencias doctrinarias, alejadas de los extremos ideológicos. Sorprende el tamaño de su arrojo cuando notifica al Presidente, con maneras calculadamente cordiales, la decisión de acompañar “el ajuste mas no el desbarajuste” de la salud, de la educación y hasta de las Fuerzas Armadas con las que, hace unos años, no hubiese permitido siquiera una mirada escrutadora. Uribe III llegó para quedarse y el país lo necesita.

La anunciada crisis mundial que asoma a nuestras fronteras, requiere el concurso de todos los colombianos. Acierta el Presidente cuando muestra prudencia y cordura. Contrasta esa actitud con la desmedida locuacidad y excesiva exposición mediática de algunos de sus colaboradores, más interesados en agradar al jefe o en complacer a la galería que en asumir su compromiso con el cambio. Especular con ligereza o lanzar infundios, sin ningún rigor administrativo o académico, como ha sucedido, muestra ineptitud e irresponsabilidad, y atenta contra la estabilidad de una economía altamente sensible a los vaivenes externos y a la incertidumbre generada por los ajustes que propone el nuevo Gobierno.

La presencia de Uribe en la escena, es un mensaje positivo en un momento crítico de la vida nacional, amenazada por los efectos impredecibles de la anunciada recesión económica. Colombia como todo el mundo, está en la búsqueda de un nuevo orden para conjurar los desafíos de la inequidad y la amenaza del colapso climático. La unidad pragmática es una necesidad para apaciguar los espíritus y generar la confianza que los actores económicos reclaman. No dudo que Petro y Uribe lo tienen claro.

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