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En muy pocas semanas entrará de lleno el segundo semestre que estará marcado por muchos puentes. No olvidemos que este 2023 es un año con unos 23 días festivos, todo un récord en uno de los países que de por sí, lidera el ranking de fiestas en todo el mundo.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, Ocde, dice que Colombia es el miembro del “club de las buenas prácticas” con más días feriados, todo gracias a ley llamada Emiliani, que convirtió en puentes, es decir acordó que no hubiese fiestas entre semana, sino que todas fueran los lunes. ¡Que vivan los puentes y el congresista Raimundo Emiliani¡
Puente es sinónimo de viaje, y viaje es sinónimo de aeropuerto. Toda una tragedia en un país en donde las distancias son muy largas, las carreteras están deterioradas e inseguras y todo está por hacerse. Muy pocos se dan el lapo de montarse en un carro 5, 8, 10 o 12 horas para irse a descansar a otra ciudad. De allí a que en el aeropuerto nos encontremos todos los viajeros. Sólo por el Aeropuerto El Dorado se mueven casi 40 millones de trayectos al año, convirtiéndolo en uno de los terminales de pasajeros más multitudinarios de la región.
Aún estamos aprendiendo a viajar. Todavía es muy tortuoso y hay muchos procesos innecesarios, no hay buenos protocolos de ingreso a los aeropuertos, la digitalizacion va a paso lento, exigen muchos documentos y las filas son interminables; lo que transforma la fantasía de viajar en una tortura de colas, montoneras, aglomeraciones y gente malhumorada. Dicen que ir de Bogotá a Cali, a Medellín, a Cartagena y/o a Barranquilla, es poco menos de una hora !Carreta. No es una hora es medio día¡ Les voy a hacer las cuentas. Una hora para llegar al aeropuerto; otra hora para estar puntual antes del embarque; una más de viaje; otra del aeropuerto de llegada al hotel o al destino escogido; son mínimo 4 horas y quizá 5 o 6; lo que significa mediodía de viaje sin disfrutar un segundo el paseo.
A esta altura de la columna, algunos me dirán que soy la aguafiestas del paseo y los más espirituales me dirán que el disfrute del viaje está en todos esos pequeños detalles del camino; ambos pueden tener razón, pero para mí el tiempo vale oro y los expertos en manejar las logísticas de los aeropuertos están en deuda, deben mejorar en eficiencia y productividad. Me van a decir que soy el grinch de los viajes, pero no es así, es solo respeto por el tiempo de la gente. La digitalización de procesos, el uso de rayos láser, las cámaras, el check-in virtual, la documentación digital, son cosas que pueden mejorar la satisfacción del viajero, no dejarlo todo a procesos humanos.
Piden mil veces la cédula, hacen quitar cinturones, zapatos, relojes, chaquetas, sacar computadores, todo lo que pueda incordiar al pasajero; muchos países en el mundo ya están mejorando estas molestias para los viajeros frecuente, sin dejar de priorizar la seguridad de todos. Nada ganamos con avanzar en unos procesos digitales, pero obstaculizarlos con procesos que comprometen a personas. Y lo pero: si llegas con tiempo al aeropuerto o el vuelo esta retrasado, no hay ofertas para cambiar de aerolínea o vuelo; ni qué decir de los altos precios de la comida. Juro que no soy el grinch de los viajes, es que podemos trabajar todos en hacer más amigables los pequeños trayectos y que un viaje de media hora no se convierta en un plan de medio día.