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Analistas 15/04/2023

Foto de portada, pero a qué costo

La República Más

Les confieso que la reciente polémica por la foto de portada de Karol G en la revista GQ me sacudió. ¿Me imagino que la vieron? Las redes sociales hablaron de sobra de la indignación de la cantante con el resultado del photoshop sobre su imagen. A pocos minutos de ser publicada, Karol G escribió en sus redes: “Mi cara no se ve así, mi cuerpo no se ve así y yo me siento muy feliz y cómoda como me veo natural (...) A pesar de dejar clara mi inconformidad con la cantidad de ediciones que le hicieron a la foto, no hicieron nada al respecto, como si para verme bien necesitara de todos esos cambios”.

Tal fue el impacto y la presión por parte de la cantante y sus fans que en pocas horas, ante la incesante oleada de críticas, GQ decidió retirarla del mercado, o al menos de sus sitios oficiales. Si bien el daño estaba hecho y la polémica servida, el episodio desató un debate interesante y muy actual: ¿es más importante la forma que el fondo? ¿cómo nos vemos que cómo nos sentimos? Algo así como el fin justifica los medios en términos de aceptaciones o dime cómo te ves y te diré quién eres. Vivimos un momento en el que debemos ajustarnos a un molde o cánones de belleza preestablecidos para encajar y todo se vale con tal de vernos bien. Incluso se vale “engañar” con filtros y retoques digitales con tal de verse como la gente quiere y reforzar falsos parámetros de belleza y perfección con tal de ser admirados o aceptados.

Por supuesto verse bien es muy importante, pero siempre será mejor sentirse bien, mientras sea sano o saludable para el cuerpo y para el alma. En términos de ser aceptado no todo vale, pues las consecuencias pueden ser dañinas especialmente para los más jóvenes. Hay que ponerle atención a nuestro cuerpo, hacer ejercicio, alimentarse bien por su buen funcionamiento, el mejoramiento o cuidado de la salud y autoestima. El problema está en que se exagera en cómo se logran estas cosas. Coincidimos en el qué (verse bien y sentirse bien), pero fallamos en el cómo (esclavitud de las rutinas de ejercicio, restricciones extremas en comidas y abuso de los filtros para las redes sociales) y la sumatoria de las dos cosas hacen sufrir a las personas en la vida real y de qué manera. Nada vale la pena si el costo es nuestro bienestar, emocional o físico.

Hay muchas nuevas patologías derivadas de la obsesión por las redes y la búsqueda de esa vida y cuerpos aspiracionales que tanto vemos reforzados en los medios. Los profesionales de la salud enfatizan en la importancia de aceptarnos como somos y fortalecer nuestra autoestima de manera que el día en que esa belleza que tanto anhelamos desaparezca o no se obtenga (como la imaginamos) necesitamos poder tener de dónde aferrarnos. Como decía el escritor Antoine de Saint-Exupéry, “Lo esencial es invisible a los ojos”. Los parámetros de belleza son muchas veces cambiantes o efímeros. Lo que hoy está de moda en las redes, mañana puede no estarlo, lo que se convierte en una carrera de cambios permanentes que dañan la salud emocional.

Es definitivo: hay que buscar el valor de las personas en mucho más que su figura y no dejar que nuestro físico determine quienes somos. En otras palabras, vale más el fondo que la forma, eso sí, sin olvidar que en muchos negocios y emprendimientos la forma es más exitosa que el fondo; justo de eso se trata, de saber cómo funcionan las cosas, cuánto duran y cómo sacar el mejor partido, pero sin destruir el ser único e irrepetible que somos cada uno de nosotros.

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