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El orden mundial de posguerra se buscó generar unas condiciones propicias para el desarrollo consistentes en instituciones globales, monetarias, financieras, de comercio. Estados Unidos luego de la guerra y como vencedor no optó por ser, al estilo de las naciones vencedoras en los siglos anteriores, un nuevo poder imperial en el viejo orden mundial de Westfalia.
Quiso en cambio crear un nuevo marco de desarrollo para la humanidad que expresara lo que habían construido como nación: democracia, instituciones financieras, libertad individual y de empresa y libre mercado. Todo ello dentro de un marco multilateral con una reedición de la propuesta de la Liga de las Naciones que había impulsado luego de la Primera Guerra Mundial, ahora con las Naciones Unidas. Además de esta, se crearon el Gatt, el Banco Mundial y el FMI.
A esto se sumaron los planes de apoyo a la recuperación de los países derrotados y arrasados por la guerra: el Plan Marshall en Europa, el Plan MacArthur en Japón, la Doctrina Truman para Turquía y otras naciones, la Alianza para el Progreso en Latinoamérica.
En una dirección totalmente opuesta a lo hecho por Francia y el Reino Unido en 1919 que ahogaron a los vencidos con el peso de las compensaciones, se optó por desarrollarlos buscando un mundo mejor. El proceso se repitió con el apoyo al plan de Deng de recuperar China. Desafortunadamente, el proceso se enrareció en 50 años de guerra fría, pero este marco a su vez fue la base para la recuperación de los países que padecieron el comunismo luego de 1989.
Hoy enfrentamos una seria amenaza. Emerge un nuevo nacionalismo económico. En un trabajo reciente, Hauge, Houtzager y Hörmann (2025), plantean que la política industrial y la seguridad nacional en que se han entrelazado en Estados Unidos, China y la Unión Europea, dan un giro hacia políticas económicas más proteccionistas y con fines estratégicos, donde los ingresos aduaneros se vuelven indicadores de la intensidad del intervencionismo estatal. Esta convergencia redefine los objetivos, liderazgo tecnológico, subsidios, compras públicas, controles a la exportación e inversión, normas de contenido local y escrutinios a la IED.
En Estados Unidos, para 2025 ingresos por derechos de aduana a septiembre fueron US$195 mil millones, 153 % mayores que el año anterior. En contraste, China ha mostrado una trayectoria descendente como resultado de la reducción de su comercio exterior. Sus ingresos por derechos de aduana disminuyeron entre 7% y 9% interanual, durante el primer semestre de 2025, fenómeno que puede vincularse con una reducción de las importaciones, cambios en la estructura del comercio y políticas de sustitución interna.
Quienes estamos pagando esto somos los consumidores con precios más altos y los empresarios y trabajadores con reducciones de empleo y de ventas.
Un efecto grave es el incremento del poder estatal sobre la economía. Para los países que tienen pendiente integrarse al mundo desarrollado, la tarea ahora es más difícil.
Con todo, estas distorsiones no detendrán un proceso de globalización que va más allá de las transacciones de bienes. La tecnología ha creado una comunidad global altamente interdependiente en lo cultural, en la construcción de conocimiento y en redes altamente sofisticadas de aprovisionamiento.
Estamos confiados y distraídos mirando un bello atardecer, mientras los atracadores nos distraen y se llevan de calle la democracia y el botín de la hacienda pública
Cuando una voz icónica se convierte en un activo digital y utilizado sin la participación del dueño original, la línea entre el ser humano y su réplica se desvanece
Convertir cada anhelo en un derecho solo crea expectativas imposibles y un Estado que promete más de lo que puede cumplir. Los derechos que requieren protección permanente son tres: la vida, la propiedad y la libertad