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Abanderar el Cambio. Un amplio sector de los jóvenes y demás ciudadanos saben que requerimos cambios estructurales profundos, pues los últimos 70 años para Colombia y Latinoamérica no han sido positivos y no hemos logrado como muchos otros países construir un proceso de transformación social y económica que nos permita superar la pobreza y la exclusión. Esa franja que aspira a un cambio requiere de una propuesta. Son claras y necesarias sus banderas de defensor de las instituciones, la democracia, la libertad, la empresa, el libre mercado, el ahorro pensional, los bienes y patrimonio fruto del trabajo, pero debe construir una agenda con los cambios que requerimos.
Latinoamérica ha fallado en la construcción de un sector empresarial moderno e incluyente. Quedó anclada en el proteccionismo y el corporativismo, y en una estructura asistencialista del estado que ha propiciado esquemas corruptos que han debilitado la democracia e inhabilitado la libre empresa, la innovación y las dinámicas de construcción de sociedad desde los jóvenes y los emprendedores. Irónicamente, algunos jóvenes creen que el cambio está en profundizar estos errores y no en ser la generación que líderes su superación. Necesitamos una revolución desde el emprendimiento la innovación y el aprendizaje que sea liderada desde los jóvenes.
Requerimos de una modernización de la concepción del estado desde la sociedad, dado que lo entendemos como un garante de derechos y no como una expresión de la voluntad de ciudadanos comprometidos con sus deberes y el bienestar común. Necesitamos de un estado gestor del desarrollo, no de un estado asistencialista preso de prácticas corruptas. Requerimos de cambios estructurales.
Primero, requerimos una estructura de tributación que responda a esta visión moderna del estado que habilite la creación de empresas y con ellas la construcción de un tejido social incluyente, capaz de aprender e innovar, construyendo nuevas competencias y con ello mayor capacidad de generación de ingreso. De esta forma, se requiere una transformación fiscal que suprima privilegios, gastos asistencialistas que perpetúan la pobreza, que reconstruya la viabilidad fiscal y habilite mayores tasas de ahorro e inversión que permitan un proceso de crecimiento económico sostenible.
Segundo, requerimos una visión moderna del ambientalismo, que nos permita estructurar una agenda de macroproyectos en energía y minería desde una propuesta regenerativa que posicione al país como generador de bienes con sello de sostenibilidad.
Tercero, requerimos de una transformación de la educación, que permita a los jóvenes construir competencias y valores que les permitan proyectarse al futuro. Llevamos décadas observando cómo no avanzamos en las pruebas Pisa y en los indicadores de emprendimiento, innovación, investigación y generación de conocimiento. Cuarto, requerimos fortalecer el sistema de salud, para que los mecanismos de acceso se amplíen con la construcción de mayores y mejores redes de atención que de paso permitan romper las estructuras corruptas basadas en la contención de la demanda.
Quinto, requerimos de una transformación de nuestra estructura laboral. Índices de informalidad de 59% son la muestra de una configuración que esta inhabilitando los procesos de inclusión social y las dinámicas de integración y fortalecimiento de los sistemas de seguridad social. Deberíamos convertir las significativas cifras actuales de subsidios de salud y pensiones en incentivos a la formalización del trabajo con esquemas más flexibles de salarios y vinculación laboral.
Requerimos de una agenda de cambio. La propuesta de Gustavo Petro es una agenda de destrucción del valor de la moneda, del tejido empresarial, del sistema de salud, del sistema pensional, una agenda que profundiza las fallas que hemos tenido como país en los últimos 70 años. La agenda de cambio debe ser una de construcción de nuevas capacidades desde la sociedad, desde los jóvenes y desde un nuevo estado gestor del desarrollo.