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La economía colombiana, a pesar de la reforma tributaria de Ocampo, de las medidas contra las empresas y la inversión desatadas en intervenciones y decretos arbitrarios y de la agenda pseudoambiental que paralizó varios sectores, logro crecer entre junio de 2022 y junio de 2025, 4,28%, un 1,41% compuesto anual. Se redujo el número de empleadores (-3,2%) y apenas crecieron los cuenta propia (2,5%), pero en conjunto creció un 7,9% el empleo. Empresas y trabajadores han logrado pasar una dura prueba. La fuente de estas cifras son los anexos a precios constantes de gastos de producción del PIB, en el segundo trimestre de 2025.
El duro embate que ha sufrido la economía lo representa un indicador, la inversión. La Formación Bruta de Capital Fijo es 8,93% menor hoy a la que se hacía en el primer semestre de 2022. Estamos invirtiendo 16,4% del PIB y hemos tenido en los últimos tres años cifras de 11,1% en el cuarto trimestre de 2023 y de 12,1% en el cuarto de 2024. Muy lejos de los niveles de inversión mayores a 25% del PIB que han tenido por largos periodos, las economías que logran crecer por encima de 5% anual.
Solo se invierte si se tiene un futuro claro, con respeto a las instituciones, con claridad regulatoria, con normas ambientales y sociales que habiliten una visión de desarrollo regenerativo. Todo lo anterior ha faltado en este Gobierno.
Esto se ha traducido en que entre el segundo trimestre de 2022 y el segundo de 2025 el PIB del sector minero decreció 10,13%. El sector manufacturero cayó -3,48%. Textil Confección -11,8%. Alojamiento, servicios y comida se contrajeron -7,3%. El sector de construcción de edificaciones ha caído -8,25%.
El país se ha sumido en una crisis de desconfianza que no permite tomar decisiones a futuro. Las inversiones en el sector eléctrico requieren un periodo de ejecución de entre dos y 10 años dependiendo del tipo de tecnología y de 10 a 20 años de periodo de recuperación. Con una Creg cambiando las reglas de juego, con la intención de una ley de reforma al sector, simplemente no se puede invertir y ya no hay tiempo de respuesta para evitar un apagón.
En gas, el país pasó a depender de importaciones con altos costos por no habilitar el desarrollo de nuevos centros de producción y rezagarnos en la expansión de las redes de transporte. El gas es el combustible de transición energética clave para la competitividad empresarial. En hidrocarburos vivimos el drama de Ecopetrol que pasó de dar utilidades de superiores a los $23 billones a menos de $4 billones. El país va camino a perder su soberanía energética.
Los empresarios, desde los micro hasta los grandes, se han adaptado a estas condiciones adversas de más impuestos, regulaciones, costos y reformas laborales y han generado más puestos de trabajo para atender una expansión del consumo final de 5,65% desde junio de 2022, liderada por los ingresos de divisas de remesas, café y otras actividades agrícolas, industriales y de servicios.
Tenemos país y sociedad para despegar de nuevo en agosto de 2026 si elegimos un Gobierno decidido no solo a recuperar lo perdido, sino a trasformar los problemas estructurales que nos llevaron a elegir el actual gobierno en 2022.
El comercio no es una guerra silenciosa entre compradores y vendedores. Es un intercambio voluntario en el que ambas partes ganan, siempre