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Analistas 12/04/2017

El futuro sombrío del internet

Diego A. Santos
242 Media Director No Ficción
La República Más
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El acoso, los insultos, las amenazas, los trolls y las mentiras se han convertido en el día a día de las conversaciones en internet. Es una dinámica natural y hasta saludable, dicen los puristas. Sin embargo, para los grandes expertos digitales a nivel mundial, es algo sumamente preocupante y constituye una grave amenaza para el futuro de la red.

Ese gran espacio de intercambio de información, de democracia absoluta, de progreso sin obstáculos ni fronteras bajo el que se concibió internet, se ha convertido en un nido de odio, radicalismo y extremismo mirado cada vez con más recelo por parte de los poderosos entes de control.

Sin ir más lejos, aquí en Colombia, el fiscal Néstor Humberto Martínez ya mostró los dientes solicitando algún tipo de regulación que permita el monitoreo de conversaciones en aplicaciones como WhatsApp. En Brasil, esta aplicación ya fue bloqueada por un juez en busca de información.    

Internet fue un regalo para la humanidad, una liberación total del individuo, una inusitada cesión de responsabilidad a la ciudadanía que exigía de un nivel de madurez que, quedó demostrado, carecemos. La tarea nos quedó grande y hemos ido permitiendo que los elementos más nocivos y disociadores de la sociedad se apoderen de casi toda la red.

Hace unas semanas, el prestigioso centro de investigación estadounidese Pew presentó un análisis sobre el futuro de la libertad de expresión, los trolls, el anonimato y las noticias falsas en internet. Las conclusiones, de por sí preocupantes, obligan a una profunda reflexión.

“La manipulación y los comportamientos incivilizados persistirán en internet, e irán a peor. Vamos encaminados a una segmentación de las redes sociales en las que habrá lugares seguros y regulados, patrullados por Inteligencia Artificial, y zonas descontroladas sin regla alguna”, dice el artículo. 

Según el analista John Naughton, internet se convirtió en un estado fallido. Treinta años después de su llegada, truhanes, abusadores, trolls, ladrones y hackers han ideado y perfeccionado un mundo de caos.

Tanto así, que en ese ciberespacio se cocinó la elección del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Si unos hackers rusos causaron este terremoto en la nación más poderosa del mundo, imagínense lo que podría pasar en un país platanero como el nuestro.

La libertad de la que tanto nos hemos beneficiado en internet y en las redes sociales tiene los días contados. El Senado de los Estados Unidos está llenándose de argumentos que sostienen que las redes son críticas para la propagación de causas extremistas. ¿Para qué? Para controlarlas. Cualquier paso en ese sentido representará un efecto dominó en otros países del mundo, que copiarán la legislación norteamericana.

Google, Facebook y Twitter, conscientes del grave riesgo para sus negocios que representaría un fallo a favor de regular internet, están tratando de hacer algo al respecto, creando, entre otras cosas, programas que luchen contra las noticias falsas y los abusos.

¿Se podrá reconducir la situación? No. Los humanos son perversos por naturaleza. Como dice el artículo del Pew, trollear está en nuestro ADN; el anonimato, propio de los cobardes, promueve un comportamiento antisocial y las inequidades sociales siempre cultivarán el diálogo incendiario.

Mientras sigamos siendo una sociedad más proclive a sacarse espinas que a sumar para progresar, el futuro del internet será cada vez más sombrío y, como todo en la vida, nos daremos cuenta de lo que teníamos cuando lo perdamos.

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