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ANALISTAS 06/06/2025

Se fue la estrella y brilló el equipo

Claudia Dulce Romero
Directora sede principal Politécnico Internacional
La República Más

El pasado sábado 31 de mayo fue la final de la Champions League, uno de los eventos más importantes para los fanáticos del fútbol. Confieso que no tenía el partido en el radar, pero el domingo por la mañana el algoritmo de TikTok decidió mostrarme los videos más tristes sobre la historia de Luis Enrique Martínez García, director técnico del Paris Saint-Germain (equipo ganador), y su hija, quien falleció de cáncer a los nueve años.

Su historia me estremeció. Empecé a indagar más, y un video me llevó a otro. Me llamó la atención su forma de expresarse y algunos de sus planteamientos en ruedas de prensa. Cuando dicto conferencias de liderazgo, suelo relacionar historias del fútbol, no porque sea una gran fanática, sino porque ilustran muy bien ciertas teorías. El caso de Luis Enrique no es la excepción.

En julio de 2023, fue presentado como líder del PSG. Ganó su primer título en enero de 2024 con la Supercopa de Francia. Tuvo un primer año exitoso, conquistando también la Ligue 1 y la Copa de Francia. Por eso renovaron su contrato hasta 2027.

Contaba con un equipo competitivo, liderado por la gran estrella del fútbol francés: Kylian Mbappé, máximo anotador en la historia del club. Sin embargo, en junio de 2024, Mbappé fue transferido al Real Madrid, dejando un sinsabor entre los parisinos. Pese a ello, Luis Enrique fue contundente en una rueda de prensa: “El hecho de tener un jugador que se movía por donde él quería implica que hay situaciones de juego que no controlo. Esta temporada las voy a controlar a todas”.

Aunque para muchos la afirmación podría ser desafiante, Luis Enrique demostró el pasado fin de semana que sí es posible lograr grandes resultados aun sin la estrella. Y así fue, logró ganar el primer título de la Champions League para el PSG. Pero, ¿cómo lo hizo?

Primero, estableció una dirección clara sobre lo que se imaginaba para el equipo y logró convencer a sus jugadores de que ese era el camino. Tras la salida de Mbappé, definió una nueva ruta: ya no se jugaba para una sola figura, sino que cada jugador podía brillar, jugar por el otro.

No se quedó anclado en la pérdida de una figura clave. Aprendió a identificar y potenciar el talento individual, y confió plenamente en su equipo.

Apostó por los más jóvenes, formados en la Academia del PSG, una cantera que lleva años desarrollando grandes futbolistas. Durante su liderazgo, decidió darle protagonismo a quienes han crecido en la cultura del club, como Kimpembe, Mayulu o Marquinhos -este último con 12 años en la institución-. También integró con confianza a los recién llegados como Kvaratskhelia o Doué. Aquí no importaban los nombres, sino las ganas de apostar por un nuevo proyecto.

Ese es justamente el gran secreto a voces del liderazgo: establecer una dirección clara y desarrollar una estrategia para alcanzarla; confiar en el equipo y en sus talentos; y sobre todo, cultivar más liderazgos, especialmente de quienes más le han entregado a la organización.

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