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Analistas 09/06/2022

¿Imponer o convencer?

Ciro Gómez Ardila
Profesor de Inalde Business School

¿Por qué será que cuando sabemos lo que les conviene a los demás queremos imponérselo en lugar de intentar convencerlos? Leía en estos días a dos articulistas que explicaban la necesidad de hacer que ciertas materias fueran obligatorias en el bachillerato y, más allá de que tuvieran razón o no (las propuestas parecían sensatas), lo que me llamó la atención fue que de sus acertadas propuestas saltaran, sin solución de continuidad, a la necesidad de hacerlas obligatorias.

Y no es que esté en desacuerdo con que algunos cambios pueden ser beneficiosos; de hecho, yo también tengo una materia que creo que debería ser obligatoria en el bachillerato: economía. Incluso, pienso que podría darse en lugar de, por ejemplo, química; es más importante saber lo que es el dinero que aprenderse la composición del benceno, ¿no?

Como se ve, si me dan el poder, me comprometo a organizar el bachillerato del país de una mejor forma que como está ahora. Y usted puede pensar que esta es una afirmación muy arrogante de mi parte; ¿quién soy yo para creerme con capacidad de decirles a todos los rectores, profesores, padres y alumnos de todas las zonas del país qué es lo que deben estudiar?

Y tendrá razón: sería muy arrogante. Claro que, ¿quién no ha afirmado que sabe qué es lo que hay que hacer en la educación? Esto me lleva a dos cuestionamientos: ¿será que existe persona o grupo cuya preparación o experiencia les permita hacerlo? ¿Habrá grupo (¿misión de sabios?) que esté en capacidad de decir aquí y ahora lo que necesitarán los bachilleres allá y en el futuro? O, ¿existirá algún sistema participativo en el que se pueda llegar a semejante conclusión? Uno creería que solo quienes estén muy cerca de la situación concreta, tipo de estudiantes, tipo de escuela, lugar geográfico, condiciones ambientales, podría intentar hacerlo y solo dentro de su rango de alcance, no a nivel global.

Pero suponiendo que lo haya, ¿es la imposición el mejor camino? ¿Es válido que les impongamos a los demás lo que sabemos que les conviene? Se podría pensar que, si a esa conclusión se ha llegado por un mecanismo democrático, la imposición estaría justificada. Sin embargo, como dice un autor, las matemáticas democráticas están equivocadas: es un error creer que 50 + 1 = 100 y que 50 - 1 = 0. Que haya mayoría no autoriza a esa mayoría a imponer sus criterios al conjunto de la sociedad.

¿No sería mucho mejor intentar convencer a los que piensan diferente de las buenas razones de nuestra posición? ¿No sería más apropiado, incluso, dejar que los otros hagan lo que creen que es más correcto sin pretender imponerles nuestro criterio? Siguiendo con el ejemplo de la educación, podría ser que algunos colegios prefieran enseñar química a economía, y otros, economía a química. ¿Por qué no dejar que cada cual escoja lo que mejor cree?

No propongo, claro, que debamos dejar a un asesino cometer crímenes o que no haya decisiones que se deban destrabar por la regla de la mayoría. Lo que planteo es que hay muchas decisiones que no caen en este conjunto y que, sin embargo, actuamos como si lo fueran. No se trata de negar que hay decisiones que se deben tomar e incluso imponer, sino que, en lugar de ampliar el conjunto de las decisiones, tratemos de mantenerlas al mínimo y que mejor dialoguemos, expliquemos, convenzamos y, sobre todo, aceptemos que, en muchísimos aspectos, es mejor dejar que cada cuál elija lo que cree que es mejor, sin nuestra interferencia.

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