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Analistas 28/12/2024

Colombia 2025 y los destinos de la nación

César Mauricio Rodríguez Zárate
Teniente coronel (RP) PhD. Research Associate Leiden University

No pasa un final de año sin que hagamos un balance sobre los logros y las dificultades sorteadas. Sin duda atravesamos un periodo complejo e impredecible, que nos aferra a la confianza y el trabajo para el desarrollo y el crecimiento del país. La vida es de claros y oscuros, de agrios y dulces, de alegrías y tristezas. Sin duda muchos colombianos nos llevamos una importante lección de nación, política e históricamente dura pero necesaria, sobre el alcance de nuestras decisiones ciudadanas y ojalá para nunca repetir.

Aprendimos que sobre ellas tenemos responsabilidad. Creíamos que no impactaban la cotidianidad, pero con frustración comprobamos que afectan de forma directa nuestras vidas: las dificultades para el acceso a la salud, a una educación de calidad, a mejorar las circunstancias para generar empleo y crear empresa o simplemente, disfrutar de unas condiciones mínimas de seguridad para el goce de los demás derechos y libertades públicas.

Vimos con asombro cómo se hizo el mayor usufructo del poder en función de la imposición ideológica, acabando el consenso, prescindiendo de liderazgos formados y preparados, de la destrucción del conocimiento técnico y la doctrina de las instituciones, de las buenas prácticas de la administración pública y del sentido pleno del servicio a los demás, en los cargos que ostentan este honor y responsabilidad.

Insistimos en cada columna, del sentido ético de la acción política e individual que no puede perder ninguna nación, pues sería su condena definitiva como sociedad. El poder está para servir, no para enriquecerse ni eclipsar a los demás. Cuando se ostenta autoridad, sea como servidores públicos o desde el ámbito privado: gerentes, directores corporativos, líderes sociales, religiosos, de opinión y hasta padres de familia, el poder se constituye para abrir caminos, facilitar el proceso y no para bloquearlo, para desarrollar el talento de sus colaboradores y no destruirlo por un ánimo revanchista, que finalmente no permite evolucionar a las instituciones y las estanca.

De los grandes estadistas, empresarios y hombres de familia, que han conducido sus países a estadios de bienestar, productividad y educación, aprendimos que la laboriosidad, el orden y la templanza son virtudes indispensables en ese propósito. John Rockefeller Jr., empresario, filántropo y ex vicepresidente de Estados Unidos decía: “Cada derecho implica una responsabilidad, cada oportunidad una obligación, cada posesión, un deber”. Este será el juicio histórico de las nuevas generaciones para quienes hoy están al frente de los destinos de la nación.

A todos los colombianos invito a trabajar primero sobre en nosotros en 2025 y preguntarnos en qué voy a mejorar como padre de familia, como profesional y ciudadano, y en qué trabajo para ayudar al cambio de los demás. Aunque no lo creamos esa mejora siempre la percibe y reconoce alguien, porque ayudó a transformar su vida, su entorno y su realidad. Es la responsabilidad que inspira para cumplir mis deberes y obligaciones solidarias, en el escenario cívico, en mi empresa y mi hogar.

Deseamos que esta Navidad y año nuevo, permita una profunda reflexión y meditación caracterizada por la sensatez, esa que solo dicta la propia conciencia, y preguntarnos: ¿Qué país e instituciones le vamos a dejar a nuestros hijos?, el de la incertidumbre o el de las certezas. Invitamos a una acción decidida en 2025 para seguir protegiendo al país de los extremos populistas que tanto destruyen. Miep Gies, famosa vecina de Ana Frank, quien arriesgó su vida en medio de los nazis para proteger y abastecer su familia, afirmó: “cualquier intento de actuar es mejor que la inacción. Un intento puede salir mal, pero la inacción lleva inevitablemente al fracaso”.

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