.
Analistas 28/02/2023

Paz

Carlos Ronderos
Consultor en Comercio y Negocios Internacionales

La paz ha sido el concepto que ha dominado el escenario social y político de Colombia en los últimos 13 años. Desde el primer mandato de Juan Manuel Santos y a lo largo de los años de su ejercicio como mandatario la paz fue el mensaje dominante y el principal punto de debate lográndose finalmente un acuerdo con las Farc que le valió el Premio Nobel a nuestro presidente. Con el gobierno Duque siguió siendo dominante el tema de la Paz. Fue un eje central del debate y el slogan del gobierno en el este cuatrienio fue la promesa de implementar el acuerdo de paz con “legalidad”, como si el estado pudiese hacerlo fuera del ámbito legal. Y finalmente en la campaña del hoy presidente Petro y en los seis meses de su gobierno, ahora bajo el mote de Paz Total, la anhelada paz sigue siendo el caballito de batalla.

La paz, que es, sin duda un concepto políticamente es arrollador. ¿Quién puede rechazar la paz con las guerrillas, que además se haga con legalidad y para rematar que esta sea total? Es un tema ganador, pero hay aspectos que cabría sopesar y son el costo que la nación y la sociedad están dispuesto a pagar por la Paz, y la valoración del éxito que en estos 13 años han tenido las estrategias para lograr la paz en esta tierra devastada por la violencia.

Lo que popularmente se conoció como los “sapos que tendríamos que tragarnos” para lograr la paz no es otra cosa que el costo que la sociedad está dispuesta a pagar por ese sueño. Los cuatro costos mas protuberantes son sin lugar a dudas la capacidad de resarcir a las víctimas con los temas de verdad y reparación, el nivel de impunidad que se admite, los aspectos económicos que involucra la paz en términos del desmonte de negocios ilícitos y ocultamiento de fortunas y la incorporación de los violentos a la sociedad. En el acuerdo con las Farc se contemplaron estos aspectos y se diseñaron mecanismos como la JEP, la participación de los alzados en armas en el congreso y los centros de concentración de combatientes, pero hoy queda la sensación, que, si bien el estado no ha cumplido a cabalidad con sus compromisos, los acogidos no han revelado la verdad, ni han resarcido a las víctimas, ni han contribuido al desmonte de rutas del narcotráfico y además surgen dudas sobre fortunas ocultas.

El segundo aspecto es la valoración del éxito que han tenido tantos esfuerzos por lograr la paz. Según Indepaz y sumadas disidencias de las Farc, ELN, Autodefensas Gaitanistas y otras bandas criminales existirían en Colombia algo más de 15.000 alzados en armas, lo cual es una cifra superior al número desmovilizado en el último proceso de paz. Estos combatientes son los que quiere pacificar la Paz Total. Según la misma fuente en 2023 hubo 94 masacres con 300 víctimas y en lo corrido del presente año ya van 18 masacres con 57 víctimas, a pesar de estar decretado un cese al fuego con todas estas organizaciones.

La realidad nos muestra que los esfuerzos hechos no están dando los resultados esperados y si bien se han hecho avances importantes, algunos combatientes han vuelto a sus fechorías y otros se han sumado porque en los procesos no se ha tocado la esencia de los negocios ilegales que incluyen narcotráfico, minería ilegal, extorsión entre otros y que son en últimas el combustible para la recurrente violencia. Sin una mano dura contra el crimen y una justicia eficaz pronto los esfuerzos de paz están llamados a fracasar.

Conozca los beneficios exclusivos para
nuestros suscriptores

ACCEDA YA SUSCRÍBASE YA