La tercera guerra mundial

No se habían visto tensiones iguales en el mundo desde la antesala de la Segunda Guerra Mundial cuando Hitler inició su carrera expansionista buscando anexar antiguos territorios que reclamaba para la madre patria. Muy al estilo de Hitler, Putin inició una aventura que busca restablecer los límites del imperio ruso, e inclusive llegar a ser la potencia que significó la existencia de la Unión Soviética.

La invasión de la Península de Crimea y el intento por ocupar los terrenos de cuatro provincias en Donetsk, Lugansk, Zaporoyia y Jerson, no es visto por Putin como una violación de la soberanía de Ucrania, sino como un legítimo derecho que tiene Rusia de reclamar territorios ancestrales que les fueron arrebatados.

A diferencia de Hitler, Putin no ha sido tan exitoso en su campaña gracias al apoyo que los países de Otan han brindado a Ucrania y la tenacidad de los soldados y las fuerzas armadas ucranianas que han resistido valerosamente. No obstante, Rusia no afloja y su ofensiva se intensifica a diario en esta guerra de drones que parece ser el arma de predilección en los conflictos del siglo XXI.

En esa intensificación de esa ofensiva no ha tenido el dictador inconveniente el violar por primera vez el espacio aéreo de Polonia, país miembro de la Otan, desafiando así a la coalición del atlántico norte que hasta ahora parece despertarse del letargo pacifista de tantos años y empieza a incrementar su gasto en infraestructura y armamento para enfrentar el desafío que se les presenta. Mientras tanto Estados Unidos, que es pieza fundamental de la alianza, parece distante y dubitativo, mostrando inclusive simpatía por el déspota del Cáucaso.

A diferencia de la Segunda Guerra Mundial en la cual las armas nucleares fueron definitivas para poner fin al conflicto, en esta oportunidad las armas nucleares parecen ser piezas claves dada la ventaja que tiene rusia, por poseer armas nucleares de alcance limitado también llamadas tácticas.

Este armamento le permitiría a Rusia ataques atómicos controlados sin desatar la catástrofe atómica que significaría la batalla final con armas nucleares convencionales como aquellas que tienen no solo la Otan y Rusia, sino China y hasta países díscolos como Corea del Norte.

Pero las tensiones no son solo en Occidente. En Oriente Medio se ha desatado por cuenta del conflicto entre Israel y Hamás una situación que parece extenderse a otros países de la región en el momento que Israel decidió bombardear un edificio en la que supuestamente estaban los líderes de Hamás, en Qatar, país que estaba tratando de mediar en el conflicto.

Y más hacia el Oriente, las tensiones crecen a diario. Recientemente, hubo choques ente embarcaciones chinas y filipinas por disputas sobre el dominio del mar del sur de China. Igualmente, China mantiene disputas de soberanía sobre territorios reclamadas por Japón e igual sucede con disputas de soberanía con Corea del Sur. Y desde luego está el conflicto latente de Taiwán, que bajo la política de “Una China” reclama la RPC y que occidente, particularmente Estados Unidos ve como un aliado fundamental en esa zona del planeta.

Son muchos más los conflictos y tensiones, para solo mencionar la presencia de tropas americanas en las goteras de Venezuela, y la pregunta que se hace uno es en qué momento una acción, una chispa, desata la ira de alguno de los actores de este escenario bélico y desencadena eventos catastróficos para la humanidad.