.
Analistas 22/02/2022

Inflación

Carlos Ronderos
Consultor en Comercio y Negocios Internacionales

Decía el profesor Samuelson, premio Nobel de Economía, que su lora sabía economía, pues sabía decir oferta y demanda y, en efecto, las leyes que rigen estos dos fenómenos explican, entre muchas otras cosas, el fenómeno inflacionario. Lo que está viviendo Colombia y el mundo se explica por un doble fenómeno en el cual se juntan oferta y demanda. Durante la pandemia, los gobiernos de todos los países aumentaron la cantidad de dinero mediante subsidios a los consumidores y apoyo a empresas en problemas, y esa mayor cantidad de dinero estimuló la demanda por bienes, sin que el aparato productivo tuviera la capacidad de responder a esos incrementos en demanda y, como consecuencia, se elevaron los precios en el mercado.

Dado que en la mayor parte del mundo la política monetaria (oferta de dinero) la manejan los bancos centrales como entes independientes del gobierno de turno, esa mayor cantidad de dinero en la calle llegó vía endeudamiento externo, lo que además ha impuesto un gran reto a las finanzas públicas.

Pero el tema no termina ahí. Otro premio Nobel de Economía, el señor Richard Thaler, ganó ese galardón (2017) argumentando fundamentalmente que las personas no tienen un comportamiento “racional”, sino que muchos factores psicológicos influencian sus tomas de decisiones, llevando a que el comportamiento dependa de la racionalidad limitada, de su percepción de justicia y la falta de autocontrol. Podemos recurrir a esta teoría para explicar que la escalada inflacionaria si bien empieza con fenómenos monetarios, gana momento con fenómenos psicológicos al generar una cadena de pánico y unos comportamientos irracionales.

Empezamos con el reconocimiento de una tendencia inflacionaria cuando se ajustó el salario mínimo en 10%, cifra que, de cara a la realidad de los mayores costos de la canasta familiar, parecería apenas justo. Ese indicador mandaría un mensaje que, en teoría, lleva a ajustes en los precios de 10%, sobre la creencia que ese es el aumento en el costo de vida y no el IPC, que es un concepto más complejo sobre todo para los medianos y pequeños productores. Pero no es así. El argumento generalizado de que “todo está carísimo” ha llevado a ajustes que no respetan ese hipotético techo de 10%, especialmente en los bienes y servicios de bajo costo. El bien o servicio de $10.000 no se ajusta a $11.000, respetando 10%, sino que brinca a $15.000, o sea un incremento de 50%. Este aumento viene acompañado de lo ya mencionado de que todo está carísimo y que el aumento es tan solo de cinco mil pesitos!!!.

Dado que los productos que componen la canasta familiar son aquellos de bajo costo, es probable que resultado de este efecto psicológico, la inflación esté golpeando más fuertemente a los más pobres. De todos, es sabido que la inflación es un impuesto a los sectores más pobres, a los asalariados que no pueden ajustar sus ingresos a la velocidad que crecen los precios, pero el fenómeno descrito lo hace más grave.

Detrás de toda esta jerga y explicación económica, lo que hay es una bomba de tiempo. En un país con grandes desigualdades, altos índices de violencia y en pleno proceso electoral, el espiral inflacionario es gasolina para el incendio social y campo abierto para propuestas populistas como la del señor Petro, que anuncia intervención en el Banco de la República para sacar más dinero al mercado causando más inflación. Remember la hiperinflación en Venezuela!!

Conozca los beneficios exclusivos para
nuestros suscriptores

ACCEDA YA SUSCRÍBASE YA