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Analistas 15/05/2017

Equivocaciones de la guerra y la paz

Carlos Ronderos
Consultor en Comercio y Negocios Internacionales
La República Más
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Existen dos formas de terminar un conflicto; una es derrotando al enemigo y obteniendo de este su rendición. La otra es mediante un acuerdo entre las partes para terminarlo. Existen sin embargo, en ambos casos, múltiples formas para regresar a la normalidad pasado el conflicto; o lo que se conoce como el posconflicto. Y el triunfo de la derrota o el triunfo de la paz no está en derrotar al enemigo o suscribir con él un acuerdo de paz, sino es ser capaz de construir un estado social que ponga fin a los estragos y a las causas del conflicto. 

Un referente reciente que me resultó ilustrador sobre lo que puede acontecer es el del gran fracaso de la Guerra de Iraq. El fracaso de ese “triunfo” estuvo en el posconflicto, y este proceso debe resultar en un llamado de atención especial para el proceso que vive el país. ¿Que pasó allí? Primero la amenaza no era tan grande como lo había anunciado la administración Bush ya que nunca existieron “las tales” armas de destrucción masiva, y luego la guerra degeneró en el nacimiento de Isis que es hoy por hoy la mayor amenaza que tiene occidente.      

En una excelente biografía de Bush, Jean Edward Smith traza la línea de equivocaciones que llevaron a lo que hoy existe en Iraq. No hay duda de que el de Hussein era un régimen brutal y represivo pero a la vez mantenía un status quo que evitaba un enfrentamiento entre diferentes facciones islámicas y otros grupos étnicos minoritarios. Destruido ese status quo Estados Unidos no tuvo una estrategia que le permitiera construir un nuevo equilibrio social. Derrotó fácilmente a Hussein en algo más de un mes pero esa derrota lejos de ser un triunfo se convirtió en la peor pesadilla que hoy tiene los Estados Unidos con el sacrificio de miles de jóvenes norteamericanos.

Colombia enfrenta una situación similar a la de Iraq. Como primera medida, para algunos de los que votamos afirmativamente por la ratificación del acuerdo de paz fue una sorpresa que a la hora de la cuentas, un país con más de 100.000 soldados, estaba firmando un acuerdo con una fuerza que contaba tan solo con 6.000 combatientes (muchos de ellos niños). Tal vez como en Iraq la amenaza no era tan grande. Ahora bien en aquellas regiones donde esta pequeña fuerza ejercía el papel del estado se consolidó un status quo según el cual ellos, aunque de manera brutal, ejercían justicia  y para bien o para mal monopolizaban el comercio de la coca y el tráfico de cocaína. 

¿Terminado este proceso cual será el nuevo equilibrio de estas zonas?. Según parece son muchas las fuerzas que ayudarán a construir ese nuevo equilibrio…desafortunadamente el Estado colombiano no parece ser en esto un jugador importante. Ya los medios y muchos columnistas han relatado que las zonas dominadas por la guerrilla han sido ocupadas por paras, narcos y delincuentes de toda pelambre ante la mirada pasiva de un estado indolente. De continuar esta situación, el enorme esfuerzo que ha hecho el país representado en grandes concesiones a un grupo con mas historia que fuerza militar, habrá sido en vano y tendremos que vivir con el pecado y sin el género. Y aquellas comunidades por las cuales se hizo el sacrificio serán víctimas de una nueva ola de violencia . Para la muestra el gran número de líderes sociales asesinados en esas regiones. El estado y la sociedad no deben permitir que en las poblaciones donde antes ejercía poder las Farc surja un Estado Narco (que no islámico) ese sí es más difícil de derrotar y con el cual será moralmente imposible negociar.

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