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Analistas 21/09/2021

9-11

Carlos Ronderos
Consultor en Comercio y Negocios Internacionales

El ataque de cuatro aviones misiles a diferentes objetivos el 11 de septiembre de 2001 se ha calificado como el mayor ataque terrorista en la historia. El numero de personas que murieron, tanto como pasajeros, como aquellos que ocasionaron la caída de la torres del World Trade Center sobre paso en número el impacto que hubiese podido tener cualquier ataque a instalaciones civiles. Esto hechos marcaron cambios drásticos en la relaciones entre occidente y oriente y en la percepción que el mundo occidental tenia de los musulmanes. Cambios en la vida cotidiana de la gente que van desde la invasión de la privacidad con tecnologías que monitorean llamadas telefónicas hasta nuevos esquemas de seguridad en los viajes aéreos.

Pero si bien este hecho provocó una herida mortal en los corazones de ciudadanos del mundo occidental y en particular de los americanos que los llevaron a la ira santa y la retaliación indiscriminada contra los mas diversos objetivos, los hechos que marcaron el vigésimos aniversario del 9-11 resultaron aun mas profundos, con la ironía que en este segundo evento perdieron las vida unos pocos militares mediante un misil, pero no se disparó una sola munición de fusil.

Mas profundo porque si bien el ataque original provocó la consolidación de alianzas políticas y militares que llevaron a las invasiones de Afganistán e Irak, estas alianzas no significaron un revolcón geopolítico, sino la reafirmación de la hegemonía indiscutible de los Estados Unidos. En los veinte años que transcurrieron desde los ataques hasta la derrota militar y política de los americanos por parte de los Talibanes el mundo había cambiado y del dominio absoluto por parte de una potencia se paso a una multipolaridad en la cual China y Rusia se convirtieron en piezas claves del ajedrez global.

En esta nueva realidad lo primero que se hizo evidente es que el modelo político de occidente difícilmente puede trasladarse a otras civilizaciones sin tener en cuenta su historia, sus creencia y sus jerarquías. Fracasó la Pax Americana, aquel modelo que a manera del imperio Romano busca reproducir su organización política y social en los territorios conquistados. Las Pax Americana construida durante 20 años con una multimillonaria chequera se desmorono en 24 horas y los desplazados dirigentes de la invasión regresaron victoriosos.

Pero mas allá de lo que pasó en la semana de septiembre en la que el invasor retiro sus tropas, la fuerzas geopolíticas del mundo cambiaron. Si bien los Estados Unidos habían sido derrotados en Vietnam, esa derrota no cambió el escenario geopolítico de la época, como en esta ocasión. China se apresuró a reconocer el nuevo gobierno Talibán y ofrecerle cooperación económica y por ese mismo camino Rusia también busca mover sus fichas en el complejo mundo de oriente a pesar de que años atrás también habían sido derrotados por los afganos.

Y eso que parece tan lejano tiene repercusiones enormes en nuestro continente, con un jugador que alineado con Rusia, Irán y China ha desafiado la ira americana y sus aliados suramericanos propinando en nuestro vecindario un golpe más al dominio incontestable que los Estados Unidos ejerció en su patio trasero en los años gloriosos del imperio. La cancillería colombiana ha carecido de la visión global que le permita entender que lo sucedido en Afganistán es parte de una realidad mundial que golpea a nuestra puertas.

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