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ANALISTAS 25/06/2025

Cómo convertir la transformación tecnológica en crecimiento económico inclusivo

En América Latina, hablar de digitalización suele centrarse en herramientas, plataformas o conectividad. Pero la verdadera transformación ocurre cuando la tecnología impulsa el desarrollo económico de forma inclusiva, cerrando brechas y abriendo oportunidades para todos. En Colombia, donde aún persisten desigualdades profundas entre territorios y grupos poblacionales, es válido preguntarse: ¿para quién y cómo estamos digitalizando?

La digitalización con impacto no se limita a adoptar tecnologías. Requiere políticas públicas que conecten a las zonas no conectadas, formación digital para el empleo y apoyo a las pequeñas y medianas empresas que aún funcionan con modelos del siglo XX. Si se hace bien, puede ser un motor para el crecimiento económico inclusivo, donde más personas acceden a ingresos, servicios y oportunidades sin necesidad de estar o moverse a las grandes ciudades.

Según el Dane, cerca del 65% de las microempresas en Colombia aún no usan internet para sus operaciones. Esto muestra una brecha no solo de infraestructura, sino de cultura digital y acompañamiento técnico. Mientras tanto, más del 70% del empleo en el país proviene de este tipo de negocios. Si logramos que las micro y las pequeñas empresas adopten herramientas básicas -desde facturación electrónica hasta redes sociales para vender-, podríamos elevar la productividad sin grandes inversiones.

Europa ofrece lecciones valiosas. Tras la pandemia, la Unión Europea lanzó fondos de recuperación que no solo apoyaron la digitalización de grandes industrias, sino que destinaron recursos específicos para la transformación digital de pymes y gobiernos locales. En España, por ejemplo, se habilitaron “kits digitales” para que pequeños comercios accedieran a soluciones asequibles en e-commerce, automatización o marketing digital.

En Colombia, programas como los Centros de Transformación Digital Empresarial (Ctde) y otras iniciativas regionales han empezado a cerrar esa brecha. Pero falta escalar, articular y medir mejor el impacto. Además, la digitalización debe llegar también al agro, la educación rural y las economías populares. Una tecnología sin propósito social corre el riesgo de profundizar exclusiones.

Digitalizar con impacto significa poner a las personas en el centro: formar, incluir, conectar y dar herramientas útiles. También implica pensar en empleabilidad, reducción de trámites y acceso a servicios públicos digitales que funcionen. No basta con tener más plataformas: hay que garantizar que sirvan a quienes más lo necesitan.

Si Colombia quiere que la transformación digital sea una vía hacia el desarrollo, debe invertir no solo en fibra óptica, sino también en talento, acompañamiento técnico y confianza. Porque el verdadero progreso no se mide en megabytes, sino en inclusión.

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