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Estudios recientes confirman algo que se temía desde hace algunos años: el mercado se está cansando del exceso (¿abuso?) de tecnología, porque como siempre se ha dicho, el exceso no es bueno, cansa, y puede convertirse en acciones de riesgo para la salud, especialmente la que se denomina mental.
Siempre se ha dicho que la tecnología debe ayudar, nunca suplantar, pero la práctica mercadológica ha descuidado en muchos casos, por no decir olvidado, la necesaria diferenciación generada por las actividades humanas, haciendo que su utilización sea exagerada, y que bien utilizada es una gran herramienta para generar y mantener los mercados.
Hace unas semanas publicó el periódico El Imparcial de México un artículo explicando que el cerebro humano no está preparado para lo que se está dando, que no es otra cosa que un agotamiento mental por el exceso de utilización de ella, tanto por parte de las personas como de las organizaciones.
Dice el artículo, escrito por Débora Aguilar, que “El cansancio que sentimos tras pasar horas frente a pantallas no se debe sólo al exceso de tiempo conectado, sino a una serie de factores más profundos que revelan cómo la tecnología moderna choca con las limitaciones naturales de nuestro cerebro. Este fenómeno, conocido como agotamiento digital o incluso ‘putrefacción cerebral’, combina saturación informativa, sobre estimulación emocional y desconexión humana.” Y presenta las cinco razones para ello: “1. El cerebro no está diseñado para cambiar de aplicación constantemente. 2. No tenemos un ‘sensor de dolor’ para la fatiga digital. 3. El consumo de contenido superficial está ‘pudriendo’ la mente. 4. Las redes sociales son la forma más intensa de agotamiento, y 5. La ‘rebelión análoga’ demuestra nuestra necesidad de desconexión.”
El afán de ser primeros y no quedarse rezagados ha ocasionado que las estrategias de mercadeo se hayan orientado en gran porcentaje a depender de la tecnología, haciendo que los procesos de relacionamiento no se desarrollen adecuadamente. Es por ello que hoy vemos, algunos con asombro, cómo las decisiones sobre muchas actividades son tomadas por los sistemas, sin derecho a explicaciones porque “el sistema no lo permite”, o como alguien dijo, gobernadas por algoritmos que no dan cabida a la interacción humana. Como si fuera poco, estudiantes que remplazan raciocinios mentales con lo que les diga un equipo de computación o el teléfono celular, con exceso de pereza mental.
Lo humano ha pasado a un segundo plano; las respuestas las da el sistema, al cual hay que hablarle, bien sea usando la voz o un teclado, y el poder de decisión de quienes ocupan cargos gerenciales, que antes podían definir situaciones según las circunstancias, ya es un recuerdo. Hasta la salud ha pasado a ser una actividad que depende, no solo en lo que se refiere al mercadeo, a depender de la tecnología
Los planes de mercadeo pues, parecen ser definidos por la capacidad de utilización de ella, lo que ha hecho que las investigaciones concluyan lo que se preveía desde hace un tiempo: la creatividad de los mercadólogos ya no es la misma, pareciendo que ya ni existe porque para muchos no se necesita.
En un principio se pensó que la tecnología ayudaría a mejores relacionamientos, conocimiento mutuo, facilidad y simpleza de procesos, y más ventajas que de ello se esperaba, pero desafortunadamente las cosas son diferentes.
Lo bueno de este panorama es que los gritos de Petro en su cuenta de X -o en sus desatinados discursos- ya no los escucha nadie. Su voz empieza a desaparecer
Si la fuerza laboral se reduce, la tasa cae aunque el país no esté generando trabajos nuevos o decentes. Eso es lo que vivimos. La Tasa Global de Participación descendió hasta 63.9% en octubre
“Aquellas empresas que se relajen al mundo menguante de los bienes y servicios quedarán irrelevantes. Para evitar este destino, debes aprender a montar una experiencia rica y cautivadora”. B. Joseph Pine II