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La utilización de fábulas o parábolas ha sido tradición en muchas cátedras de marketing. Releyendo algunas adaptamos la siguiente.
Érase una vez una rata que poseía la empresa que producía y vendía los mejores quesos de la ciudad. Su posición dentro del mercado de los lácteos era inmejorable. Llevaba mucho tiempo, años, siendo líder con solidez. Los quesos eran producidos en el almacén trasero por una legión de anónimos ratoncitos que ponían su buen hacer y su amor en cada uno de los quesos que elaboraban.
Fueron pasando los años y la rata dueña se iba acostumbrando tanto a su éxito que lo percibía como algo seguro. No tenía ninguna visión estratégica de futuro, no planificaba acciones a largo plazo, no intuía los cambios del mercado y ni siquiera se molestaba en observar la evolución de sus clientes y consumidores. Solamente pensaba en ese queso tan delicioso.
Los ratoncitos desde la trastienda murmuraban entre sí. Se daban cuenta de que por toda la ciudad empezaban a surgir nuevas empresas fabricantes de quesos con procedimientos novedosos que ofrecían productos que se acercaban mucho más a los gustos y necesidades en permanente evolución de los consumidores.
Un día se armaron de valor y fueron a hablar con la rata presidenta. Le dijeron:
“Señora rata, estamos un poco preocupados por cómo vemos el mercado de los quesos actualmente, y aún más nos preocupa cómo se intuye que van a ser los tiempos que vienen. Hemos estado hablando entre nosotros y creemos que podemos adecuar nuestros procesos de fabricación y nuestro servicio al cliente de manera que se adapten al nuevo tipo de consumidor que se va a convertir en nuestro cliente los próximos años y…”
“Pero…, ¿me van a decir a mí cómo tengo qué hacer los quesos? Esta fábrica ha funcionado así desde que la fundó mi abuela hace muchos años, y nada ni nadie va a venir a cambiar nuestra forma de hacer las cosas.
“Pero es que con los nuevos tiempos, las nuevas tecnologías hacen que nuestra relación con los clientes sea diferente y podremos…”
“¡Que no, no hablen sin saber! Que eso de las nuevas tecnologías es una cosa de ratoncitos inquietos, una moda pasajera del populacho que va a durar unos meses y punto. Las reglas del mercado y de las relaciones con los clientes no van a cambiar. Regresen a sus puestos de trabajo a hacer mis quesos, o tendré que contratar otros.”
Los ratoncitos, hartos del mal humor y la intransigencia de la rata, decidieron marcharse. Pidieron ayuda a unos ratones emprendedores y montaron su propia empresa de productos lácteos con una gran presencia en el entorno digital y además ventas online. Tuvieron un éxito tremendo, el cual no tardó en llegar y líderes quedaron los roedorcitos.
Mientras tanto, la rata, empeñada en no evolucionar, se fue arruinando y terminó sus días en un albergue para ancianos en exclusión social sin un sólo centavo. Su acomodo en el éxito, su falta de previsión, su relajación y su falta de ambición fueron su perdición.
Moraleja: los tiempos cambian y hay que adaptarse.
Un saludo a Kodak, Nokia, BlackBerry y otras más que no espabilan y a quienes no quieren ver ni oír que los mercados han cambiado y seguirán haciéndolo, porque la constante del cambio y las nuevas generaciones exigen lo que la rata no quiso ni siquiera pensar. ¡Ojo con 2026!
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