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Analistas 06/10/2022

Ojalá

Andrés Otero Leongómez
Consultor en Investigaciones e Inteligencia Corporativa

Palabra de origen árabe que significa, “lo que Dios quiera”, es hoy en día la palabra más utilizada por los empresarios en Colombia para sentar su posición frente al nuevo gobierno. Ojalá la reforma tributaria no pase como está planteada. Ojalá el proyecto de la paz total de Cepeda no le sirva en bandeja de plata el país al narcotráfico. Ojalá las invasiones de tierras no desencadenen en más violencia o en el resurgimiento de las autodefensas. Ojalá el maltrato a nuestros militares no genere un ‘ruido de sables’. Ojalá la propuesta de legalización de las drogas no afecte las relaciones diplomáticas con Estados Unidos. Ojalá, ojalá, ojalá.

La pregunta de fondo que muchos nos hacemos es ¿el gobierno Petro va a lograr un verdadero cambio en las costumbres políticas, o va a terminar siendo tan malo como parece y como nos ha demostrado hasta el momento?

Quienes se tomaron el Kool-Aid del cambio, nunca imaginaron que en menos de 100 días este gobierno habría presentado: un proyecto de reforma tributaria por $25 billones, afectando a los más necesitados y el aparato productivo del país. Una reforma pensional que busca quitarle el ahorro a los trabajadores para alimentar el apetito burocrático, el despilfarro y la corrupción. Una reforma agraria -de facto- que incita a grupos de indígenas, negritudes y campesinos a invadir y ocupar tierras ilegalmente.

Una reforma minero-energética que pretende acabar con la explotación de nuestros recursos naturales para terminar dependiendo de Venezuela. Una reforma a la salud, como excusa para traer a 20.000 médicos cubanos. Quitado el subsidio a la gasolina sin importar su impacto en la inflación. Dado de baja a más de 120 altos oficiales sin disparar un solo tiro. Reestablecido las relaciones con Venezuela para darle contentillo la izquierda latinoamericana. Y lanzado una propuesta de Paz Total y de legalización de las drogas, para así cumplirle a sus verdaderos electores.

Para los petristas menos optimistas y la centroizquierda, el peor escenario es un mal gobierno producto de la improvisación, falta de experiencia e incoherencia. Esto los llevaría a perder sus mayorías en el Congreso y eventualmente la gobernabilidad, obligándolos a entregar el poder en 2026.

Para los pesimistas -u optimistas informados- como yo, hay que ser muy ingenuo para creer que alguien que lleva más de 35 años buscando el poder a través de todas las formas de lucha, que promovió el desorden social y la lucha de clases sin importar el daño a la economía, y que está dispuesto a pactar con los peores criminales y violadores de derechos humanos del país y de la región para lograr su cometido, no tenga un plan bien orquestado para ejecutar su tan soñado ‘cambio social’.

Su intención -en mi opinión-, es el desgobierno para crear el caos, generar un tsunami institucional y convertir a Colombia en un ‘Estado fallido’. Su propósito es destruir el aparato productivo e igualar a la gente en la pobreza, para así poder culpar a los ricos, al capitalismo, a la minería y petróleo, a los gringos y a la clase dirigente, de todos sus males. Como todo populista, necesita una excusa para demoler 200 años de institucionalidad y convocar una constituyente que le permita perpetuarse en el poder.

-Ojalá- esté equivocado.

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