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Analistas 26/01/2023

Friendshoring

Andrés Otero Leongómez
Consultor en Investigaciones e Inteligencia Corporativa

Mucho se viene hablando del ‘nearshoring’ como estrategia de producción para contrarrestar los efectos de la guerra comercial entre Estados Unidos y China. En la reciente cumbre de Líderes de América del Norte, el presidente mexicano López Obrador aprovechó el encuentro para reafianzar la importancia de la alianza comercial de Norteamérica y los beneficios arancelarios para productos fabricados o ensamblados en su país.

Amlo recalcó la relevancia del comercio entre las tres naciones como medida para sopesar la crisis migratoria y combatir el tráfico de drogas. Sin importar las diferencias políticas e ideológicas entre Biden y Amlo -y una frontera de más de 3.000 kilómetros que genera todo tipo de riesgos-, el presidente mexicano entiende que necesita del coloso del norte para solucionar muchos de los problemas políticos y sociales que afectan a su pueblo.

Petro -y su Canciller- deberían aprender algo de su par mexicano y aprovechar la relación histórica entre Colombia y Estados Unidos para introducir el concepto del ‘friendshoring’ en su léxico diplomático. En vez de casar peleas ajenas y actuar como abogados del diablo -o de Maduro-, deberían utilizar la fuerte alianza diplomática de más de tres décadas para liderar el dialogo con América Latina. En vez de dividir y vender eufemismos y utopías en escenarios internacionales, seguir con la retórica neoguerrillera antiyanqui y abriendo puertas a China, Rusia y a las dictaduras de Medio Oriente, que solo buscan un posicionamiento geoestratégico para derrumbar el imperio del Norte, su misión debería ser la de construir una alianza de la región con Estados Unidos tipo Otan y apostar por el país que ha demostrado ser un amigo confiable de Colombia.

Este enfoque diplomático convertiría a nuestro país en un catalizador del cambio social y democrático que tanto dicen defender. En vez de estar creando ministerios y empresas estatales -que lo único que generan es más burocracia y gastos inoficiosos- deberían buscar y negociar acuerdos comerciales sectoriales entre estados de la Unión y los departamentos en Colombia, ofreciendo incentivos tributarios a quienes estén dispuestos a invertir y montar plantas en zonas de conflicto. Doña Francia debería entender que la población negra en Estados Unidos tiene mucho en común con las comunidades que ella dice representar -y un índice de desarrollo humano muy superior-. La única manera de mejorar la calidad de vida de las poblaciones afrodescendientes en departamentos afectados por siglos de abandonado y corrupción como el Chocó, es con oportunidades económicas de largo aliento que le garanticen oportunidades de trabajo a la gente -y no igualdad en la pobreza a través de la limosna del Estado-.

En ese sentido, el gobierno colombiano debería hacer un esfuerzo diplomático y de comercio exterior para lograr atraer diferentes empresas y estados a producir en Colombia. Transformar la alianza militar y de lucha contra las drogas, por una verdadera amistad económica y de producción que beneficie a las poblaciones más necesitadas, generando una ventaja comercial a las empresas americanas que aprovechen el ‘friendshoring’ como medida geoestratégica de producción.

Hay que ayudarse ayudando a los amigos, en especial aquellos que han sido aliados en la buenas y en las malas.

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