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Analistas 03/11/2022

Diplomacia en la Caterpillar

Andrés Otero Leongómez
Consultor en Investigaciones e Inteligencia Corporativa

La política es un péndulo, y en momentos en que Latinoamérica se pinta predominantemente de rojo- izquierda-, las elecciones de mitad de término en Estados Unidos pronostican -salvo un milagro- un control en las dos cámaras por los republicanos. En ese sentido, es difícil entender la política exterior de Colombia frente al nuevo contexto geopolítico mundial. El gobierno Petro, en vez de ser prudente y aprovechar su alianza estratégica con el gigante del norte para beneficiar los intereses de Colombia y lograr un acercamiento y alineamiento entre el gobierno Biden y la región, prefiere patear la lonchera, besar el anillo de La Habana, insultar a los estadounidenses en la ONU y hacer alianzas con regímenes violadores de derechos humanos. Parece que el Canciller y Petro hubiesen estudiado diplomacia en la Caterpillar Motors.

Y así como Duque se equivocó al inmiscuirse en los asuntos internos de Estados Unidos durante la elección pasada, lo cual nos terminó pasando cuenta de cobro al país, el gobierno Petro parece no haber aprendido la lección. Decide agraviar al gobierno americano en momentos en que la política interna de ese país está a punto de cambiar. En vez de aprovechar la afinidad ideológica con la administración Biden y convertirse en un facilitador o puente para las relaciones de ese país con América Latina, prefiere acusarlos de causar la recesión, de provocar el calentamiento global, de instigar la guerra en Ucrania, de la destrucción de la Amazonía y cuanta babosada se le pasa por la cabeza.

Habrá quienes consideren que Colombia está en su derecho de hacer lo que le venga en gana y buscar nuevas alianzas, no solo con sus vecinos de patio, sino con otros países como China, Rusia, Siria e Irán. En ese sentido, Petro ha decidido entregarle las 5G, la gran minería de oro y la infraestructura energética y de transporte a los chinos, sin evaluar bien las repercusiones que eso pueda traer al país. De igual manera viene abogando por la legalización de las drogas con base en su política de Paz Total y estigmatizando a los americanos, en vez de entender que es con ellos que se puede lograr ese cambio.

Decidió -al igual que Santos- restituir relaciones con el régimen de Maduro, abriendo la frontera, sin importar el flujo de drogas y armas que viene de ese país. De igual forma, ofrece abrir la economía colombiana lo cual va a permitir lavarle el dinero a los rusos e iraníes, sin entender los efectos de su decisión en el sistema financiero internacional. Habla de transición energética y de acabar con la exploración y explotación de minería y petróleo en Colombia para terminar dependiendo del gas y petróleo venezolano, como hizo Europa hace un par de años con Rusia -y ya hemos visto las consecuencias de perder la autosuficiencia energética-. Y como si fuera poco, utiliza el proceso de paz con el ELN para invitar a los regímenes cubanos y venezolanos como garantes, usándolo como excusa para abrirle la puerta a la legitimación de dos dictaduras violadoras de derechos humanos ante la comunidad internacional.

La verdad es que el contexto geopolítico mundial está cambiando y las decisiones que tome el gobierno Petro muy seguramente marcarán nuestro camino en las próximas décadas. Esperemos entiendan que la diplomacia no es como comprar camiones de basura.

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