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Analistas 15/08/2023

El feudalismo de bienestar de Petro

Andrés Felipe Londoño
Asesor en transformación digital legal de servicios financieros

Primero fue lunes que martes, salvo en Colombia. Mientras los países desarrollados han tardado siglos en madurar sus instituciones de seguridad social a partir de ensayo y error y evolución paulatina, el gobierno de Gustavo Petro pretende lograr una gesta sin precedentes: construir una estatización de la economía sin un Estado funcional.

El Estado Nación es una institución surgida en Europa cuando el régimen feudal -caracterizado por la atomización del poder, la tradición de alianzas entre señores y vasallos y la autarquía agrícola- fue cediendo terreno a la centralización del poder político. En su auge durante el siglo XII d.C., Santo Tomás de Aquino ya teorizaba sobre la necesidad de una autoridad central “cuyo principal y más importante deber es el de consagrarse a la búsqueda de la unidad y el mantenimiento del orden”.

Luego del final de la Edad Media europea hacia el siglo XV d.C., el rol del Estado evolucionó rápidamente, a medida que el comercio creciente, el resurgimiento de las ciudades como epicentro económico y una burguesía (quienes vivían y prosperaban en los burgos) cada vez más influyente, llevaron a la consolidación de los Estados absolutistas monárquicos que implementaron el mercantilismo.

Posteriormente, la arbitrariedad de los reyes, la revaluación del derecho natural, las tesis contractualistas y, en general, la búsqueda de mayores libertades, contribuyeron a la evolución hacia el Estado de Derecho, fundado en las ideas liberales. No fue sino hasta el siglo XX d.C., luego de que diversos factores, tales como las revoluciones obreras, el keynesianismo y la permeación del socialismo en las democracias liberales, que la noción de Estado fue incorporando nuevos propósitos, alcances y derechos, hasta llegar a formarse el Estado Social de Derecho, manifestado en su máxima expresión en los Estados de Bienestar europeos.

Sin importar a qué noción de Estado se refiera uno, un elemento clave para su existencia y funcionamiento es la soberanía: la cualidad de no depender de ningún orden político superior o concurrente. Y es a raíz de este elemento donde surge el enorme atrevimiento del presidente Petro de querer construir un modelo sin precedentes: un feudalismo de bienestar.

De un lado, su gobierno acepta y promueve con su omisión crónica la pérdida efectiva del control estatal del territorio nacional, siendo permisivo con la instauración de nuevos órdenes de facto liderados por los narcotraficantes, las guerrillas, las disidencias y cualquiera que quiera imponer sus reglas. Políticamente, Colombia se parece más a la Europa feudal que a un Estado moderno.

De otro lado, el gobierno de Petro sigue empeñado en controlar férreamente todos los ámbitos de la Colombia formal y productiva, tales como la salud, las pensiones, las relaciones laborales, la educación o la energía. También persevera en distribuir millonarios auxilios estatales para grupos seleccionados arbitrariamente, incluyendo a los jóvenes “en riesgo de ser explotados en dinámica criminal”.

En su obsesión por crear su amorfa utopía, Petro ignora la evolución histórica del Estado y olvida que la soberanía del territorio nacional es condición necesaria para aspirar a su funcionamiento básico, incluyendo el de un modelo colectivista como el que pretende imponer.

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