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Analistas 01/11/2023

Crédito 2024: articulación público-privada

Alejandro Vera Sandoval
Vicepresidente técnico de Asobancaria

Está finalizando este difícil 2023. Luego de los buenos registros de crecimiento económico en 2021 y 2022, este año, como se esperaba, se cierra un ciclo con una fuerte desaceleración de la actividad económica hacia una cifra cercana a 1,5% real.

En materia crediticia, la dinámica no es la excepción. Nuestras proyecciones más actualizadas confirman que el crédito se contraería a 5,5% real anual al cierre de 2023. Esto estaría explicado por una caída del crédito de consumo de 10% real y del crédito empresarial y de vivienda cercana a 3% real.

Dentro de las razones para este desempeño aparecen, además de la desaceleración económica, las elevadas tasas de interés, luego de que el Banco de la República (BR) las subiera para contener la inflación, el necesario ajuste del consumo, que venía creciendo por encima de sus niveles potenciales y donde era necesario apretar las políticas de otorgamiento de crédito, y algunos desajustes en políticas sectoriales.

Estas cifras ocurren, además, en medio de un mayor porcentaje de cartera vencida, llegando a 4,8% del total al corte de julio de 2023 (7,4% en consumo), pero con un sector con suficientes niveles de cubrimiento de esa cartera con provisiones (127%), e indicadores de liquidez y solvencia bastante por encima de su mínimo regulatorio a pesar de las presiones de liquidez recientes.

Las perspectivas para 2024 son mejores, pero bastante desafiantes. Con las cifras más recientes hemos estimado que la cartera de crédito se expandiría a 2,3% real el año entrante. La cartera de consumo se recuperaría hasta niveles cercanos a 3,4% real, en parte por un efecto estadístico a favor, la cartera empresarial crecería cerca de 2% real y la de vivienda a 1,5% real.

La recuperación económica y unos menores niveles de tasas de interés, pues el BR podría bajar hasta 400 puntos básicos su tasa de interés de referencia (si la inflación lo permite) aunque lo haría lentamente, serían los dos grandes impulsores del crédito el año entrante. Además, habrá que tener en cuenta el mejor desempeño esperado en algunos sectores y una posición crediticia de los hogares más sana, pero con riesgos de mayor desempleo.

No obstante, si bien volveríamos a crecer, estas cifras son bajas si lo que se quiere es lograr que la economía vuelva a estar cerca de su potencial y se avance en la inclusión crediticia de la economía popular.

Para que el crédito crezca más se requiere de una buena articulación entre el sector público y privado. Por un lado, el sector privado y financiero deberá mantener la apertura ya mostrada para financiar nuevos proyectos en materia de transición energética, apoyo a comunidades y pymes, sin olvidar todo lo que ya está en funcionamiento. Y, por otro lado, el sector público deberá enfocarse en: i) reducir la incertidumbre para que llegue nueva inversión, ii) no olvidar que el año entrante tendremos menores niveles de ocupación laboral, una vez terminen los empleos temporales que dejó la época electoral, lo que afectará el crédito a los hogares y esto deberá enfrentarse con política pública focalizada, y iii) profundizar los instrumentos que pueden ayudar a irrigar más crédito disminuyendo los riesgos de impago. En este último caso, 2024 debe ser el año para acelerar el redescuento, para pymes y el sector agropecuario, y llegar con garantías crediticias a más sectores y empresas.

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