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Analistas 25/05/2021

De bloqueos y deudas

Alejandro Ramírez Vigoya
Investigador de Economía
Analista LR

En año 2011 se estableció la ‘Regla Fiscal’ como mecanismo para la sostenibilidad de la deuda en el mediano y largo plazo. A principios de 2020 la regla fiscal establecía que el monto de la deuda como porcentaje del PIB no debería ser superior a 2,3%, pero, llegó la pandemia, lo que disminuyó los ingresos de la nación (vía impuestos) y aumentó los gastos para las políticas sociales dirigidas a contrarrestar la situación adversa de familias, empresas y sector externo. En junio de 2020 se suspendió la regla fiscal para 2020 y 2021, y por supuesto la deuda pública se disparó.

En términos macroeconómicos y, en un periodo cualquiera, el Gobierno se debe endeudar para cubrir el faltante del déficit fiscal (gastos, incluidos intereses de la deuda ya adquirida, menos ingresos). Solo como para poner la situación en contexto aquí algunas cifras: los gastos entre el primero y el segundo trimestre del año pasado pasaron de $51 a $62 billones (fuente 4), en el mismo periodo los ingresos pasaron de $48 a $34 billones, lo que implica que el déficit fiscal en el segundo trimestre del año pasado fuera de $28 billones, solo para ese trimestre y, por supuesto, este faltante fue cubierto con deuda (financiamiento interno y externo). Entre los mismos periodos la deuda pasó de $2,4 billones a $28,2 billones para cubrir el déficit fiscal.

En la mayoría de los modelos teóricos sobre la sostenibilidad de la deuda (ver Miller 1983, Brunner y Meltzer 1993, Sargent y Wallace 1981), la conclusión es sencilla: la deuda es insostenible si la tasa de interés, pagada por la misma, es mayor que la tasa de crecimiento real del PIB y, por otro lado, la disminución a la calificación de la deuda soberana de Colombia, por Standard & Poors, a BB+ implica que para las próximas deudas la tasa de interés pueda ser mayor.

El Gobierno está en el peor de los mundos: bajos ingresos, altos gastos y altos pago por intereses de deuda. Una reforma tributaria es necesaria por la insostenibilidad de la deuda en el mediano y largo plazo, pero debe ir unida a la racionalización del gasto y a fuertes penas para los corruptos que ahondan la situación fiscal contratando a dedo.

Dada la inequidad en Colombia, lo lógico es que en una futura reforma tributaria se le cobre a los que más tienen, para hacer una adecuada redistribución del ingreso, con políticas sociales efectivas dirigidas a disminuir la desigualdad. A lo Robin Hood.

Ahora, no obstante, la angustiante situación del Gobierno, de las familias y de las empresas y del sector exportador, se suman los paros y los bloqueos. El daño ha sido tremendo para la sociedad colombiana en su conjunto. Es cierto que las peticiones de los marchantes y de los paros son genuinas y justificadas en la mayoría de los casos, por la misma situación económica, pero los bloqueos son injustificables porque están ahondando el problema. El consumo de las familias, la inversión de las empresas, las exportaciones (miles de campesinos productores de café están arriesgando su futuro por la parálisis en los puertos y carreteras) y las finanzas del Gobierno están en serios problemas si continúan los bloqueos.

Las personas que hacen los bloqueos deben entender el grave daño que están haciendo a la sociedad en su conjunto y, no solo al Gobierno, a la misma sostenibilidad fiscal que es necesaria para las políticas sociales futuras.

P.D: No descartemos como solución alternativa, de corto plazo, el “Señoreaje”, que es financiación del gasto público con préstamos directos del Banrep. Leonardo Villar ha escrito sobre el asunto.

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