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Italia y el mundo iberoamericano en estos días han celebrado la vida y la carrera de una artista extraordinaria, Raffaella Carrà, un ícono de la televisión italiana, y reina de la televisión española durante varios años, quien murió el pasado 5 de julio. Hoy al revisar su trayectoria, nos damos cuenta de que esta extraordinaria mujer italiana fue también un modelo de liderazgo feminista, sobre todo en una época y en un mundo totalmente dominado por los hombres. Si el liderazgo es también la habilidad de crear un mundo en el cual los demás quieren participar, la Carrà ejerció, a través su poliédrico talento, este tipo de liderazgo.
Tenía poco más de veinte años cuando tuvo la oportunidad, en los años sesenta, de estar en Hollywood y de actuar en una película con Frank Sinatra. En Nueva York vivía en un apartamento al lado de Mia Farrow, y Sinatra, con ganas de tener un noviazgo con la Carrà, le enviaba hasta veinte ramos de flores al día. A la Carrà le gustaba la galantería de Sinatra, pero no le gustaba su entorno, su estilo de vida, y le dijo que no. Renunció al sueño hollywoodiano (también porque entendió que nunca hubiera podido ser una estrella al nivel de Sofia Loren) y regresó a Italia donde empezó su carrera televisiva como pionera. Nunca se conformó con ser un apoyo de los hombres de la televisión, sino que siempre se relacionó con ellos de igual a igual. Siempre fue elegante, divertida, pero nunca vulgar. Esta capacidad de saber lo que quería y la habilidad de poner límites basados en criterios claros, es una característica fundamental del liderazgo de Raffaella Carrà, además que su apego a la independencia y libertad.
A esto también invitaba a las mujeres en sus canciones, en años donde la libertad sexual y la autodeterminación de la mujer eran todavía un tabú cultural, en un país como Italia, dominado por la Democracia Cristiana y el Vaticano. Canta en una de sus canciones Raffaella Carrà, “A la hora de hacer el amor, empieza tú… Si él te lleva directamente a la cama/Dale la espalda a su cama/Hazle ver que no es un juego/Hazle entender lo que quieres”. Por sus posiciones, y sus bailes irónicos, L’Osservatore Romano pidió a los gerentes de la televisión italiana censurar a la Carrà.
Este gran ícono de la televisión italiana fue ejemplo de liderazgo también porque era conocida por la dedicación a su trabajo, por la atención al detalle en cada aspecto de su arte. Para preparar el episodio de una transmisión televisiva, entrenaba por horas todos los días. Siempre fue una buscadora de la excelencia, que era también excelencia humana. Un día llegó tarde al escenario para unas pruebas, porque se quedó hablando dos horas con una fan adolescente, que se había escapado de casa, para convencerla de regresar a donde sus papás.
Solo me encontré con Raffaella Carrà una vez en mi vida. Fue durante unas vacaciones en Porto Santo Stefano en Toscana. Coincidimos en una tienda de verduras. Ella estaba comprando unas frutas y la verdulera estaba cómo en éxtasis. En unos minutos pude sentir la fuerza de su carisma, que era de hecho de una extraordinaria normalidad. ¡Gracias Raffaella!