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Analistas 26/03/2024

Que no pase nada...

Alberto J. Bernal-León
Jefe De Estrategia Global, XP Securities

Colombia es hoy un país en trance. Un país donde no está pasando nada relevante desde el punto de vista económico. Una nación donde la gente está viviendo con mentalidad de guerra, enfrentando todo “día a día”, y donde la gran mayoría de los ciudadanos añoran que llegue muy rápido el siete de agosto de 2026. Insisto en un punto que he tocado en columnas anteriores: estamos en una situación donde pareciera que al país le dio un cáncer muy agresivo y los médicos no tuvieron opción diferente a administrar la quimioterapia más fuerte que se tiene en los protocolos para tratar de salvar al paciente. Pero lo que se sabe, sin incertidumbre alguna, es que la cosa va a ser dura, y que no existe camino alterno a tomarse tan amarga medicina.

Llevo décadas siendo consultor del Departamento de Estado de EE.UU. sobre la economía y la política de la región latinoamericana. En la última contribución mensual me pidieron que opinara sobre la gobernabilidad futura del presidente Petro ante el casi seguro colapso del proceso de aprobación legislativa de la reforma a la salud. Les comparto mi respuesta (traducida): El virtual colapso del proyecto de reforma a la salud en el Senado es un golpe material para la administración Petro y su intención de cambiar el modelo económico y social de Colombia. En circunstancias normales, uno pensaría que la administración de Petro volvería a la mesa de trabajo para generar un proyecto de ley que contara con el apoyo de una coalición política más amplia en el Congreso. Pero el presidente Petro y su gobierno son la antítesis a la lógica. Los problemas en la agenda legislativa, la aparición de acusaciones de corrupción en el manejo de los recursos para enfrentar la crisis social en La Guajira, más los continuos problemas legales del hijo del presidente ligados a la supuesta infiltración de dineros del narcotráfico en la campaña “Petro Presidente” de 2022, parecieran haber obligado a Petro a presentar ideas políticas irracionales para tratar de distraer la atención del público sobre esas graves acusaciones de corrupción.

En mi opinión, la administración Petro hoy en día NO tiene suficiente apoyo político, ni suficiente tiempo, para lograr la convocatoria de una asamblea nacional constituyente. Además, la constitución de Colombia ya de por sí es bastante progresista, solo hay que recordar que la constitución de 1991 fue redactada después de que se alcanzara un pacto político (acuerdo de paz) entre los partidos políticos tradicionales de Colombia y el grupo guerrillero M19, un grupo del que el presidente Petro era líder hace unos 30 años.

De acá en adelante sólo hay dos caminos posibles de cara al proceso electoral de 2026: el primero supone una radicalización total del gobierno, incluido el llamado a la población a salir a las calles para “luchar contra la oligarquía”, o dos, el presidente Petro se calma y se sienta con el “establishment” político para buscar formas de avanzar en una agenda legislativa revisada y más centrista. Juzgando por los últimos datos de las encuestas y el mal estado actual de la economía colombiana, dudo que suficientes personas decidan salir a las calles a “defender al gobierno progresista”. Un último punto: desde el punto de vista de los fundamentos del crecimiento económico potencial futuro, el hecho de que la administración de Petro esté teniendo tantas dificultades para avanzar su agenda de reformas en el Congreso es una noticia muy positiva.

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