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Las personas que fueron sumergidas en mal humor al pedirles que escribieran sobre experiencias dolorosas pero que luego fueron llevadas a buenos estados de ánimo al pedirles que escribieron sobre eventos felices fueron subsecuentemente mejores imaginando ideas creativas para mejorar la enseñanza en las universidades que las personas que siempre estuvieron de buen humor, dice un equipo liderado por Ronald Bledow, de la Universidad de Gante, en Bélgica.
Por ejemplo, su puntaje promedio de originalidad según evaluadores independientes fue de 4,12 en escala de 7 puntos, contra 3,53 para los otros. Un mal estado de ánimo puede sentar las bases para mayor creatividad en algún momento posterior, afirman los autores.
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