¿Por qué matamos la innovación y el emprendimiento?

En las últimas décadas se ha vendido la idea de que la inversión extranjera es bienvenida, que se quiere impulsar a los emprendedores nacionales y que la ruta para lograr el progreso y la paz del país, se encuentra en parte en una mejor economía. Pero esto no se logra manteniendo el status quo de los mismos de siempre, los que en algún momento el Gobierno de turno les dio una mano por ser innovadores (por ejemplo, el servicio de taxi por radio), pero que al lograr sus fortunas se sintieron muy cómodos, dejaron de innovar o innovaban cuando se veían relegados.

Siempre he pensando que el Gobierno debe regular para el bien de sus ciudadanos y no frente al miedo que le producen unos pocos beneficiados, que se montaron para bien o para mal en el poder. Ese miedo del poder económico, del bloqueo de las calles, de las crucetas como arma. Como bien decía un conocido periodista hace unos meses, “la innovación no le tiene miedo a las crucetas”.

Hoy es Uber, después es Airbnb y mañana serán otros. La innovación nadie la detiene y es mucho más lo que hay por ganar, que por perder. Un gobierno que dice apoyar la innovación, se ve ridículo en su posición arrodillada y sumisa frente a los pocos que no quieren aceptar la innovación.

Este no es un artículo de apoyo a Uber, ni a Airbnb, ni a nadie en especial, sino a la innovación en general. Aunque Colombia cuenta con una ley sobre ciencia, tecnología e innovación, todavía nos falta mucho por entender y apoyar estas iniciativas relacionadas con la innovación y el emprendimiento. Como empresas, empresarios y sociedad, debemos buscar leyes que fomenten la aparición de nuevas empresas, bajo nuevos modelos de negocio.

Es claro que muchas industrias requieren algún tipo de regulación y que es deseable que esto sea controlado por entes estatales. Sin embargo, frente a una verdadera visión de innovación y emprendimiento, debería existir un marco para que en pocos meses se regulen están actividades y se ingresen al marco legal o por el contrario, se bloquee definitivamente. Es absurdo por ejemplo, que Uber lleve operando en Colombia más de dos años y hasta ahora se estén tomando las primeras medidas sobre su legalidad. Frente a esta pasividad del Gobierno y un reducido grupo de taxistas que se creen dueños de la ciudad, es increíble que no se haya reportado ningún muerto en esta pelea.

Y es que el tema de apoyar el emprendimiento y la innovación va mucho más allá, y es la razón por la cual hablo de crear un verdadero marco sobre el fomento de la innovación y el emprendimiento. En mi anterior columna, hablaba del dolor de cabeza que es afiliar a una empresa al sistema de seguridad social PilaHablé de varias empresas, como Sánitas, Porvenir, Aportes en Línea, Positiva y Compensar, que fueron un desastre, pero el problema no es de exclusivo de estas empresas en particular, sino en lo mal que fue diseñado el sistema. Es claro que los cerebros de este sistema, se sentaron para diseñarlo lo más complejo posible, pensando en que las empresas administradoras tuvieran la vida fácil y se “curaran en salud”. Sin embargo, no pensaron nunca en facilitarle la vida a las empresas que se afilian y claro, al usuario final.

Por otro lado, Colombia ha invertido mucho dinero en conectar al país a internet y en su programa de Gobierno en Línea, pero nuevamente, deja mucho por desear. Es genial que algunos trámites como el de la copia de la cédula se puedan pedir por internet, pero todavía muchos procesos son engorrosos, demorados y todo por falta de una verdadera estrategia de Gobierno en línea, bien planeada y diseñada.

Dejo esta reflexión, para que miembros del Gobierno y de alta gerencia de las empresas analicen cómo estamos matando la innovación y el emprendimiento, por malas soluciones y posiciones cobardes.