Renunciamos al paro para conseguir beneficios, Alejandro Ospina

Aunque a muchos empresarios la sola palabra sindicato les escuece, se está abriendo camino un movimiento que no les repele tanto.

Uten Hidrocarburos (Unión Trabajadores Industria Energética Nacional), del que Alejandro Ospina es presidente, cuenta con 11.000 afiliados y maneja un discurso más parecido al de los patrones que al de los obreros. De momento son fuertes en Pacific Rubiales, queda por ver si son capaces de incursionar con fuerza en otras empresas.

A Pacific le persigue la fama de comprar medios con publicidad cuando le molestan. ¿No les habrán comprado a ustedes?
Nosotros tenemos un sistema que auditan compañías como Ernst&Young. Demostramos que conseguimos más por las buenas.

Cuénteme cómo es ese sindicalismo sin tirapiedras
Le apostamos a un primer pilar: no al obstruccionismo. Renunciamos al tradicional ejercicio de la fuerza a través del paro. Creemos que esas prácticas destruyen valor y tendremos menos a compartir en el futuro. Confiamos en la persuasión, el diálogo, la construcción de una confianza. Segundo: un alto porcentaje de los afiliados somos profesionales, nuestro principal rubro de inversión es en educación. Hemos conseguido mejores beneficios y hemos desarrollado un sistema que nos permite detectar de manera temprana los problemas que se presentan y garantizamos la paz laboral. Hemos recibido más de 5.000 quejas y reclamos, y hemos logrado resolverlos sin recurrir al paro.

Ecopetrol asegura que tiene más pérdidas por costos laborales que por voladuras. ¿Por qué cree que ocurre eso?
De algún modo es fácil sembrar la inconformidad, el odio entre los pobladores que conciben a las compañías como saqueadores, unas empresas que vienen a destruir el medio ambiente y entonces ven legítimo extraer lo máximo posible. Se transforma en una relación hasta extorsionista, en la cual la empresa, para desarrollar sus actividades, tiene que ceder a unas presiones muy fuertes que se convierten en elevados costos de relaciones sociales.

¿No ha sido siempre así, que los sindicatos, como en Barranca con Ecopetrol, presionan por conseguir ventajas laborales que pocos tienen en el país?
Sí. Hay un error histórico del movimiento sindical fundamentado en dos puntos. Hacer reclamaciones que no se compadecen con la realidad de los negocios, acuñan la frase: ‘pidiendo nadie se ha quebrado’. Y sí han quebrado. Otro error de fondo es que resulta difícil construir una relación de largo plazo cuando se parte de la premisa de que se trata de enemigos los que están en la mesa, de lucha de clases. Si yo trabajador siento que el empresario es un saqueador que solo viene a robarme, voy a quitarle rápido lo que más pueda, se pierde la visión de largo plazo.

Me parece estar ante el Presidente de la compañía, no un sindicalista...
El mundo ha cambiado, no es 1820. Todavía existen dificultades en que algunos empresarios entiendan su responsabilidad con la sociedad que se materializa en sus relaciones laborales, pero encontramos empresas que comprenden que su sostenibilidad depende de entender a los trabajadores como socios para el desarrollo y mantenimiento del negocio. Y los trabajadores no somos los mismos, más allá de satisfacer nuestras necesidades básicas, queremos contribuirle a la sociedad. Cuando esas conciencias se unen, podemos tomar decisiones que nos conduzcan a la creación de valor que podamos compartir.

Usted habla de un mundo ideal cuando es otro. Antes eran contratos para toda la vida y hoy te echan de una patada, hay terciarización, salarios basura...
Lo que nos mantiene vivos son las utopías y soñar que este modelo puede funcionar bien. Cierto que estamos en un mundo cambiante, no solo que la empresa no quiera mantener al empleado hasta que se jubile, es que nosotros tampoco estamos interesados en eso, sino en crecer a través del cambio. En medio de relaciones, así sean cortas, todavía podemos pensar en esta alternativa de sindicalismo, creemos que es el mejor legado a la sociedad. Solo 2% de los trabajadores están sindicalizados, eso muestra que algo anda mal. Nosotros tenemos tasas de afiliación de 50% y 60%. A la gente sí le suena esto, no quiere convertirse en alguien conflictivo para conseguir sus derechos.