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RESPONSABILIDAD SOCIAL

Responsabilidad social desde las aulas, análisis de Silvia Mora, coordinadora de FUCS

miércoles, 19 de noviembre de 2014
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Silvia Mora

Pensar que la responsabilidad social es únicamente asunto del sector industrial es vendarse los ojos completamente. La educación en general y la universidad son en sí mismas actos puros de esta materia. El crear, investigar, procesar y transmitir conocimiento, son quizá los peldaños más básicos en la tarea de construir sociedad.

Hacer que la velocidad de respuesta sea la adecuada a la urgencia de las demandas sociales es uno de los retos más grandes a los que se enfrenta hoy la responsabilidad social universitaria. Y es justamente por eso que el trabajo social difícilmente puede recaer completamente en las instituciones académicas. Ellas necesitan apoyarse en empresas y entidades que no solo faciliten la ejecución de los proyectos, sino que expandan el mensaje a sectores en los que por experiencia, logran mejores resultados.

Tampoco puede confundirse la responsabilidad social con las ansias de estar a la moda con las políticas públicas o las innovaciones tecnológicas. El proceso de adaptación de las comunidades académicas a los cambios y a las iniciativas sociales debe ser siempre responsable, constante, prudente y evaluado continuamente.

Si se pretende incursionar en la responsabilidad social que le compete a la educación, se debe entender como eje de transformación y como principio formativo que no busca más que el bien social y colectivo con la formación de líderes en los diferentes sectores de la economía.

Al ser un tipo de responsabilidad al que no se está acostumbrado a escuchar, se debe tener en cuenta que aunque no lo parezca, la educación le aporta directamente a diferentes esferas sociales; el funcionamiento organizacional, el desarrollo cognitivo, impacto social y educativo.

La Universidad tiene por supuesto un impacto directo sobre la formación de los jóvenes y profesionales, su manera de entender e interpretar el mundo, comportarse en él y valorar ciertos detalles del entorno. Influye además en la construcción de la ética profesional y el rol social que más adelante definirá las intenciones de los futuros empresarios que se están formando en ella.

Ahora, lo realmente importante es que la formación impartida logre moldear un profesional íntegro académica y humanísticamente, un perfil que haya logrado acoger competencias ciudadanas para el desarrollo sostenible de la sociedad. Esto implica que la orientación curricular general, y parte de los cursos de cada carrera, deben guardar una relación estrecha con los problemas reales de desarrollo económico, social y ecológico.

La coherencia institucional se logra con la alineación entre los ejes nombrados anteriormente (organizacional, cognitivo, social y educativo) y la misión y visión. Para ello, es necesario vincular a la comunidad universitaria en un autodiagnóstico continuo del deber ser y deber hacer de la institución, con herramientas apropiadas para garantizar la transparencia, la participación, y la mejora continua de la universidad hacia su responsabilidad social, enmarcada en la búsqueda global de un desarrollo más humano y más sostenible.

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